
Francis Ford Coppola nació en Detroit en 1939, pero pronto se trasladó a Queens (Nueva York) donde creció en un entorno que le ayudó a cultivar sus cualidades. El ambiente de una familia muy unida, de raíces italianas y que fomentaba la cultura hizo que se inclinara a estudiar primero teatro y luego cine. La visión de un trabajo de Sergei Eisenstein, ‘Octubre‘, inclinó la balanza hacia el Séptimo Arte. Haría películas.
Su decidido interés por el séptimo arte en la escuela de cine de UCLA le abrió las puertas de otra escuela, la de las películas de serie B que producía Roger Corman. Golpe de suerte: firmó su primer largo, ‘Dementia 13‘, y conoció a la decoradora Eleanor con la que se casó enseguida. Eran tiempos juveniles: tenía 23 años y muchas ganas de contar historias propias, que dijeran algo acerca de la condición humana, como ‘Ya eres un gran chico’ (1966) y ‘Llueve sobre mi corazón’ (1969). Aunque Francis no hacía ascos a los encargos. Como el guión de ‘Patton‘, su primer Oscar.
Al iniciar su carrera Coppola se prometió «escribir material original para la pantalla -escribir el guión, y ejecutarlo luego como productor y director. Muchos escribían, y muchos dirigían, pero sólo unos pocos hacían ambas cosas«. El director deseaba controlar sus películas para que fueran personales, lo que no impedía ser práctico y aceptar proyectos que le dieran nombre y medios para el futuro.
Ocurrió con la trilogía de ‘El padrino’ (1972, 1974 y 1990), su trabajo más popular, cuyas dos primeras entregas alcanzan la perfección. Los proyectos propios darían sus frutos con ‘La conversación‘ (1974), y la mejor película sobre la guerra de Vietnam, ‘Apocalypse Now‘ (1979), personalísima adaptación de la novela ‘El corazón de las tinieblas’ de Joseph Conrad.
Francis Ford Coppola procuró rodearse de un equipo de personas con las que trabajaba a gusto, como una segunda familia. Y su sueño de hacer películas personales le llevó a crear Zoetrope, un estudio que apoyaría a la gente con talento, en un ambiente que deseaba nuevamente familiar. Pero Coppola chocó con el mundo real. Si aguantó el embate de ‘Apocalypse Now’, no pudo con el desastre económico de ‘Corazonada’. Tendría que aceptar encargos y personalizarlos (‘Rebeldes’, ‘La ley de la calle’, ‘Cotton Club’, ‘Peggy Sue se casó’, ‘Jardines de piedra’), mientras pagaba deudas y se rehacía.
Su amigo George Lucas, a quien había apoyado en ‘American Graffiti’, le devolvió el favor con ‘Tucker, un hombre y su sueño’, una parábola sobre un fabricante de coches que era, en verdad, su otro yo. ‘Drácula’, de Bram Stoker, es lo má significativo de estos últimos años. Ya no hay excusas de índole económica: sus inversiones extra cinematográficas rentan buenos dólares.
Más metido en la producción cinematográfica, asegura Coppola que trabaja en un proyecto largamente acariciado, ‘Megalópolis’, una reflexión sobre la civilización contemporánea. Seguimos esperando…