
Claude Chabrol nació el 24 de junio de 1930 en París. Después de haber estudiado para farmacéutico (como su padre y abuelo), trabajó como crítico colaborando con Eric Rohmer en su libro sobre Hitchcock (París, 1957). Ingresó junto a sus amigos en el prestigioso Cahiers du Cinéma, donde firmó su primer artículo sobre el filme ‘Cantando bajo la lluvia’ (1953). Más tarde se dio a conocer por el ataque que dirigió a Stanley Kramer por su análisis de los grandes temas cinematográficos.
Funda la productora AJYM y realiza en 1958, con el dinero de una herencia que le dejó su primera esposa, una primera película que se convirtió en el manifiesto inaugural de la Nouvelle Vague: ‘El bello Sergio’, seguido de ‘Los primos’ (1958) y ‘Una doble vida’ (1959).
En esta primera etapa rodó ocho largos, la mayoría escritos por él y entre los que se encuentran algunos de sus mejores trabajos. Después, debido a los fracasos comerciales de algunas de estas primeras obras, realiza películas comerciales. Más tarde volvería a realizar películas más personales como ‘Las ciervas’ y ‘La mujer infiel’ (1968), o ‘Accidente sin huella’ y ‘El carnicero’ (1969), ‘Al anochecer’ (1971), ‘Relaciones sangrientas’ (1972).
El juego de miradas, el uso de las panorámicas para describir los momentos más importantes de sus películas, el uso del travelling, del encuadre, y especialmente el lenguaje no verbal que sus personajes expresan gracias a trabajar con grandes actores, son algunos de los recursos formales que intervienen en la construcción de la realidad dentro del filme, pero esta construcción nunca se convierte en una referencia estética, sino que ha de desaparecer completamente para dejar a los personajes actuar de forma autónoma.
«Los personajes y la intriga existen sólo para suscitar el interés del espectador». Claude Chabrol

Para 1974 las películas de Claude Chabrol habían caído en el cine comercial francés y ninguna de sus obras había sido digna de los éxitos que realizó diez años antes: ni ‘Laberinto mortal’ (coproducción realizada en Canadá), ni ‘Prostituta de día, señorita de noche’.
Durante muchos años, sus películas, rodadas en muy poco tiempo, fueron protagonizadas por la que era su mujer, Stéphane Audran. Su última etapa cinematográfica hasta ‘Merci pour le chocolat’ (2000), señala la culminación de un camino en la afirmación del autor como un clásico contemporáneo.
Una de sus últimas películas, ‘Borrachera de poder’, es un vivo retrato de la corrupción política francesa y una obra de una gran madurez realizada por uno de los grandes exponentes del séptimo arte europeo. Sin lugar a dudas, el genial Claude Chabrol se merece un hueco con mayúsculas en la historia del cine.