
Sidney Lumet, el realizador de películas como ‘Doce hombres sin piedad’, ‘Sérpico’, ‘Tarde de perros’ o ‘Network, un mundo implacable’ (gran película sobre el periodismo) fue un implacable retratista de la sociedad estadounidense. Sus películas, de factura clásica, eran muchas veces oscuras y siempre mostraban los recovecos menos amables de Estados Unidos.
Nacido en Filadelfia, aunque pasó la mayor parte de su vida en Nueva York, Lumet es autor de cerca de 40 películas (y de más de 70 títulos si se incluyen también sus trabajos para televisión) y recibió un Oscar honorífico por el conjunto de su obra.
Su carrera, en una industria que acorrala demasiadas veces a los veteranos, fue extraordinariamente larga: dirigió sus primeros capítulos para series de televisión a principios de los años cincuenta, realizó su primer filme en 1958, ‘Todos los hombres del rey’ una versión de la implacable novela ganadora del Pulitzer de Robert Penn Warren.
Sidney Lumet concibió el cine como una forma de análisis del mundo en el que vivía. Con los años no se fue dulcificando, más bien todo lo contrario, porque pocas películas tan desangeladas y certeras ha ofrecido el cine contemporáneo como su última película en 2007: ‘Antes que el diablo sepa que has muerto’.
Su título más conocido es ‘Doce hombres sin piedad’ (1957), una versión de la obra de Reginald Rose, en la que despedaza el sistema judicial estadounidense. Este filme, convertido en un clásico, refleja perfectamente su estilo: blanco y negro sin concesiones, una historia llena de suspense que esconde mucha crítica social y, a la vez, un canto a la solidaridad y el compromiso, encarnado en la figura de Henry Fonda, que decide no dejarse arrastrar por la rutina sino tratar de que se haga justicia.
Su película ‘Network, un mundo implacable‘ (1976), con Robert Duval, Faye Dunaway y William Holden, es uno de los retratos más devastadores que se han hecho del mundo de la televisión y se rodó mucho antes de que la telerealidad asaltase las pantallas. ‘Tarde de perros’ (1975), con un Al Pacino para algunos sobreactuado, describe a través de la historia de un perdedor que asalta un banco para que su pareja pueda hacerse una operación de cambio de sexo en una sociedad rota en medio de una enorme crisis económica (la del petróleo de los años setenta). De nuevo, un tema totalmente contemporáneo.
‘Sérpico‘ (1973), de nuevo con Al Pacino interpretando a un policía incorrupto, y ‘La noche cae sobre Manhattan’ (1996), con Andy García, Ian Holm, James Gandolfini -sí, Toni Soprano antes de entrar en la familia de Nueva Jersey en una de sus mejores interpretaciones para el cine- son dos títulos imprescindibles sobre la corrupción, sobre las grietas en el sistema, en las que personajes idealistas tratan de sobrevivir sin manchas en un mundo que no tiene piedad.
Incluso las películas de sus últimos años, ‘Negocios de familia’, ‘Una extraña entre nosotros’, ‘El abogado del diablo’, ‘A la mañana siguiente’, hasta el remake de ‘Gloria’ tienen ritmo y suspense, una factura más que correcta y, sobre todo, siempre dejan escapar ese sentido social, ese compromiso del creador con la sociedad en la que vive, que dominó todo su cine.