Cartas a Dios‘ es una película francesa dirigida por Eric-Emmanuel Schmitt. Un traslado a la gran pantalla que convierte la historia en cercanía física (cada secuencia entre Oscar y Rose es un pequeño prodigio de delicadeza y melodrama del que te toca), y la relación epistolar entre el sufriente chaval y ese ser superior al que dirige sus acusaciones, al cual le comunica en primera persona su situación, se resuelve con un equilibrado uso del off o del diálogo no correspondido.

Huyendo de la pornografía de los sentimientos, y tropezando a veces en ese naturalismo optimista sobre las enfermedades y la muerte, el filme podría haber sido más efectivo, más humano y realista, si no se dejara llevar por una iluminada manera de resolver esta nana terminal, pero esperanzadora. Si hubiese incidido más en la rabia, en ese proceso de odio hacia lo injusto e incomprensible del destino, habría estado mejor, y Oscar nos sería aún más cercano.

Que sí, lo está, lo es, y el actor que lo encarna (Amir) está genial (los tú a tú con Max von Sydow, que fuera Jesucristo en Hollywood, y un hombre temeroso que dudaba de Dios con Bergman), pero al final parece que nacemos para morir y eso hay que aceptarlo, no ya con resignación, sino con estética happy ending.

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