«Hacer una película, es vivir para mí». Esta célebre frase de Antonioni se puede aplicar a Truffaut más que a cualquier otro cineasta. Expresa la otra contradicción esencial de su obra. Por un lado decía odiar el documental, no hay que copiar servilmente la vida, sino estilizar, condensar, para seducir y divertir. Y por otro, el cine debe recobrar la imperfección, la vibración de la vida.

El 6 de febrero François Truffaut hubiera cumplido 80 años. Nació en París el 6 de febrero de 1932 y falleció por un tumor cerebral el 21 de octubre de 1984, en Neuilly-sur Seine. Empezó a ver películas a la edad de 7 años, con cierta frecuencia durante su horario escolar. También fue un buen lector, aunque no un buen alumno, dejando la escuela a los catorce años y empezó con pequeños trabajos. Algunos hurtos le llevaron a un correccional.

En 1953 publica sus primeras críticas cinematográficas en Cahiers du Cinema, donde tanto él como otros colaboradores defienden apasionadamente lo que ellos mismos denominan cine de autor. Uno de sus más combativos artículos, «Una cierta tendencia del cine francés» (1954), levantó una gran polémica por lo que significaba de crítica hacia el estamento cinematográfico de su país. La reputación que obtiene como crítico duro y exigente es muy grande y sus escritos son esperados con curiosidad por sus seguidores y con temor por aquellos a los que hace objeto de sus críticas, funda­mentalmente los directores franceses del cine de «qualité» como Claude Autant-Lara o Julien Duvivier. Todo ello redun­da en el desarrollo de «Cahiers du Cinéma» y de «Arts», que viven su mejor época, con un desarrollo espectacular de sus tiradas.

A raíz de todo esto, se planteó el salto a la dirección de cine con el propósito de abrir una nueva vía de expresión, más realista y libre de los defectos y concesiones que él denunciaba, como el culto a las estrellas. En 1954 dirige su primer corto titulado ‘Une visite’. Du­rante tres años, 1955 a 1957, trabaja como ayudante de Roberto Rossellini, en la preparación de tres películas que no llegan a reali­zarse. En 1957 se casa con Madeleine Morgenstern, hija de un importante distribuidor.

La desahogada posición económica de su mujer le permi­tió fundar la productora «Les Films du Carrosse», nombre elegido en homenaje a Jean Renoir y su película ‘La carrosse d’or’. Con esta productora produjo casi to­dos sus films, además de otros de sus compañeros de la Nouvelle Va­gue. Ese mismo año dirige ‘Les mistons’, que puede realmente considerarse su primer trabajo cinematográfico.

 

En 1958 rueda ‘Los cuatrocientos golpes‘, que tendrá al año siguiente un éxito espectacular. El guión era inicialmente para un cortometraje, ‘La fugue d’Antoine’, sobre la infan­cia y la adolescencia. Pero el guión de este cortometraje va ampliándose hasta transformarse en el largo ‘Les 400 coup’s. Con este filme obtiene en el Festival de Cannes de 1959 el Gran Premio a la Mejor Dirección, cuando, paradójicamente, no estaba invitado al mismo, como represalia de la Dirección del Festival, por sus críticas de años anteriores.

Esta película servirá de carta de presentación ante el mundo del movimiento de la Nouvelle Vague. Una parte de la filmografía de François Truffaut está marcada por una infancia y una adolescencia difíciles, que reflejó fielmente en éste su primer largometraje, en el que su joven protagonista, Antoine Doinel, se convierte en el alter ego del realizador.

En 1966 viaja a Estados Unidos. Durante varias semanas entrevista a Alfred Hitchcock y las grabaciones de dichas conversa­ciones, unas 50 horas, serán la base para escribir el libro ‘Le cinema selon Hitchcock’. En 1969 es invitado por Gregory Peck, Walter Mirish y Daniel Taradash, en representación de la Academia de Artes y Ciencias Ci­nematográficas de Hollywood, a formar parte de dicha sociedad. Truffaut acepta, siendo así el segundo director francés, después de Jean Renoir, que pertenece a la Academia americana.

Un año antes de enfermar, Truffaut estrenaba sin saberlo, la que sería su última película: ‘Vivamente el domingo‘. En 1983 se le detecta un tumor cerebral. Truffaut, intuyendo, quizá, que le queda poco tiempo de vida, ultima algunos proyectos antiguos, tales como la reedición, puesta al día, de su libro ‘Le Cinema selon Hitchcock’, o la recuperación del material descartado de ‘Les deux anglaises et le continent’, la que él considera su mejor película, para resta­blecer el montaje original, que tuvo que alterar a instancias del dis­tribuidor, dada la mala acogida que había tenido el filme por parte del público. El 11 de octubre de 1984 cae en estado de coma y es ingresado en el Hospital Americano de Neuilly, en las cercanías de París, don­de diez días más tarde, el 21 de octubre, fallece.

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