En ‘Cara de ángel‘ (1952) Frank Jessup es un enfermero de urgencias que acude a una mansión para atender a la señora Tremayne que, según parece, ha intentado suicidarse. Sin embargo él sospecha que en realidad alguien ha intentado asesinarla. Allí conoce también a Diane, la hijastra de la señora Tremayne, una joven delicada, sensual y un tanto inestable, ante la que cae rendido inmediatamente. Atrapado en sus letales redes, Frank comenzará a tomar consciencia de la gravedad de su situación. Pero ya es tarde: su viaje al infierno no tiene billete de vuelta.

Celebramos los 70 años del estreno de ‘Cara de ángel’, una de las grandes películas de cine negro del realizador de origen judeo-austríaco Otto Preminger. La película gira en torno a un duelo interpretativo, la ‘femme fataleJean Simmons, y su ví­ctima, Robert Mitchum. La cinta recrea una atmósfera de personajes atormentados, repletos de cicatrices y sombras, donde la ambición, la perfidia, y el odio marcan su destino.

La espléndida escena final, con Diane conduciendo marcha atrás el vehí­culo frente a ese precipicio que rodea a la mansión, constituye el último golpe de efecto que deja en la retina de los espectadores el arquetipo de una mujer fatal cuya ambición le lleva, en este caso, a destruirse a sí­ misma y al objeto amado antes que renunciar a su pérdida.

 

El arquetipo evoluciona respecto al  cine de los años cuarenta cuándo se nos presenta a una Diane, que a diferencia de Phillys Dietrichon en ‘Perdición‘ (Billy Wilder, 1944), Coral Chandler en Callejón sin salida’ (John Cromwell, 1947) o a Anna en ‘El abrazo de la muerte’ (Robert Siodmak, 1948) no tiene siquiera un instante de arrepentimiento en el momento inmediatamente anterior a la muerte.

Resuenan todavía para el recuerdo los acordes de jazz en el bar donde se encuentran los protagonistas. Diálogos sobrios, contundentes, cargados de frases lapidarias al más puro cine negro: ‘¿Qué hombre está seguro con una mujer como tú?’.

‘Cara de ángel’ es una obra muy sobria, sólida, con escenas memorables y un final que sacude con fuerza. Un tesoro del arte cinematográfico que ya forma parte de nuestra memoria audiovisual y que tiene su hueco, por méritos propios, en la historia del cine.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *