
La coproducción hispano-uruguaya ‘Cruz del Sur’ es una historia cercana, de personajes llenos de vida, donde la cámara se limita a retratar la condición humana. Aunque un despido laboral obliga al personaje principal, interpretado por David Sanz, a salir de su país para buscar trabajo, no se trata de un drama sobre la emigración. Lo que realmente interesa, no es su viaje físico, sino el viaje al interior de sí mismo al que se tiene que enfrentar. El destino y su necesidad harán lo demás.
Sus directores, David Sanz y Tony López, han conseguido bordear los límites del melodrama gracias a la soberbia interpretación de Jorge Temponi (Mariano), que actúa con una naturalidad y frescura que hacía tiempo que no se veía en el cine, lo que, por otra parte, no es tan fácil como parece. Pero sin el registro interpretativo que le da Zaida Fornieles a Julia no hubiéramos conseguido emocionarnos.
Poniendo el foco en el guión, hay que decir que es el cimiento más sólido con el que cuenta la película, que aguanta un comienzo poco atractivo y hasta un final resuelto apresuradamente con una mirada. Diálogos al servicio de la trama, que revelan con precisión los conflictos entre personajes y en el interior de cada uno de ellos. El resultado resulta sencillamente satisfactorio por el planteamiento en clave de comedia de la obra. Ese tono cómico se contrapone al dramatismo que subyace en el filme. La ambigüedad de los sentimientos, que está presente a lo largo de la película, se logra con una dosificación emocional y afectiva muy adecuada.
“Dicen que la Cruz del Sur fue la guía de Marco Polo en las aguas del Nuevo Mundo. Los hombres solían mirar al cielo cuando se sentían perdidos. Algunos lo hacían esperando una señal de sus dioses, otros, simplemente, en busca de una estrella que les indicara el camino. Yo tenía mi estrella, pero sólo al perderla, supe que me guiaba.»
‘Cruz del Sur’ es el claro ejemplo de cómo se puede hacer buen cine con poco presupuesto. Una revelación del cine español que no debemos dejar de ver.