
Las carreteras han dado muy buen cine y han visto florecer, principalmente en el americano, un género, que en la jerga se conoce como road movie. Sus líneas básicas coinciden sin duda con las del western, pues, asfaltado o polvoriento, el itinerario es siempre el mismo y por él se desplazan sin rumbo fijo grandes héroes de la épica americana y pequeños antihéroes de la vida cotidiana, siempre idealizados.
Steven Spielberg aportó a este tipo de películas, con ‘El diablo sobre ruedas’, una producción televisiva rodada en 16 días y con poco presupuesto. Creó un protagonista que ni era héroe ni antihéroe ni enarbolaba la bandera de los rebeldes con causa. Era, ante todo, un tipo corriente llamado Mann de apellido y David de nombre, con aspecto ejecutivo, bien vestido y encorbatado y presumiblemente un padre de familia ejemplar.
La premisa sobre la que gira ‘El diablo sobre ruedas’ es a todas luces simple y sencilla. Ese hombre cotidiano que sale un buen día de su ciudad y recorre las carreteras, esas interminables carreteras norteamericanas de rectas eternas y perpetua desolación, para acudir a una cita en otra ciudad. Spielberg, en un par de minutos en los que solo oímos la banal programación de una emisora de radio, sitúa muy bien el contexto, en planos cortos que van vaciando la imagen de coches hasta dejar solo al de nuestro protagonista, feliz él con las manos al volante y los oídos en frecuencia modulada.
La era de los efectos especiales aun no había llegado para Steven Spielberg. Sin embargo, domina hábilmente los mecanismos visuales para hacernos sufrir intensamente durante el desarrollo de toda la acción. Tanto nos angustia y nos obsesiona en hora y media de descarnada persecución, que al final llegamos con la sensación de estar ante un espectáculo infernal. Tal es el grado de perfección conseguido por el realizador planificando su película que convierte al camión en un auténtico monstruo de quién sabe qué procedencia.
Si os gustan las películas de carretera os recomiendo que leáis el diario digital Cinemanet porque analiza con mucha precisión cuatro road movies imprescindibles: ‘La diligencia’, ‘La strada’, ‘París Texas’ y ‘Una historia verdadera’.
Si os he abierto el apetito nada mejor que viajar hasta 1971 para volver a ver ‘Duel’, el título original de ‘El diablo sobre ruedas’. ¡Que disfruten!
Siempre me pareció una película bastante aceptable que te deja con esa tensión en vilo. Palpándose esa ansiedad en tu propia piel, el tener un vehículo de tales dimensiones pisándote los talones a tan corta distancia. Creo que aquí un joven Spielberg en 1971, empezó a jugar con su potencial para captar la atención y emoción del espectador.