
Gatsby, Daisy y Tom Buchanan vuelven a cobrar vida en la pantalla gracias al director australiano Baz Luhrmann (‘Moulin Rouge’). Con su particular puesta en escena adapta sin complejos la extravagancia que destila la novela de Scott Fitzgerald. Había dos formas de captar la esencia de este clásico de la literatura norteamericana. De una manera sobria y sensible, y otra, recurriendo de manera explícita a la exageración y el ruido. Luhrmann optó por la segunda.
Ya sabemos que se esmera siempre en sacarle brillo a sus películas a base de exceso, pero a pesar de ello su versión impresiona por su estilo. La orgía visual que desborda la pantalla nos embriaga del sueño americano de los locos años 20, pero la delirante estética de la película no es sino fiel reflejo de la vida del propio Jay Gatsby.
Leonardo Di Caprio está a la altura del personaje. La caracterización se ajusta al carisma de una gran estrella de cine. Ahora tiene un aspecto sólido y sustancial, y habla con una voz dominante. Es el perfecto Gatsby. Pero también relucen Tobey Maguire, y Carey Mulligan en el papel de Daisy. Y es precisamente cuando el amor por Daisy entra en escena, cuando la película se reequilibra tanto como puede para desarrollar de una manera más serena el verdadero propósito de la historia.
‘El gran Gatsby’ seduce siempre. Y si dejamos de lado todos nuestros prejuicios sobre adaptaciones cinematográficas anteriores, y, por supuesto, sobre la propia novela, podremos remar contra la corriente, y dejarnos arrastrar hacia el delirante sueño de nuestro protagonista.
Una crítica somera pero a mi juicio muy acertada :D.
Completamente de acuerdo cuando dices que cuando la película se serena, y deja un poco de lado el ritmo frenético, el relato gana en profundidad y podemos conocer un poco más como son realmente los personajes, sobre todo ese Jay Gatsby enigmático y seductor que encarna el siempre eficiente Dicaprio.
Enhorabuena por el blog.
Nos seguimos leyendo.
Saludos.