
Giuseppe Tornatore nos contaba hace 25 años su amor incondicional hacia el cine en ‘Cinema Paradiso’. Una película con unas imágenes de una soberbia calidad aderezadas con la sensible y nostálgica música de Ennio Morricone. ¿Quién no se acuerda de Philippe Noiret dando vida al proyeccionista del cine Paradise y a Toto, su discípulo en el arte de proyectar magia e ilusión?
Toto es interpretado de forma magistral en sus tres etapas de la vida (quizás la más sublime y tierna es la de la niñez), por Salvatore Cascio, Marco Leonardi y Jacques Perrin. Desde ese niño curioso que imagina los diálogos de unos fotogramas entrecortados y admira el misterio de esa luz que sale del fondo y transforma la imagen. Hasta el adolescente que se enamora del séptimo arte y de una chica, siendo las bobinas, el celuloide y ella, los ejes de sus vida. Hasta que llegamos a Toto, un hombre maduro, que recordará con melancolía a ese cine, a ese pueblo que ve marchitarse porque desaparece el «Paradise», la mágica sala, fiel testigo de sus miedos, ilusiones e inquietudes.

Una película sobre las películas como otro clásico italiano: ‘Fellini, ocho y medio’. Pero es que el cine, fue, es y será siempre, algo más de lo que vemos. Es un transmisor de la vida misma, de las emociones, del amor y de la esperanza. Y esta película es amor por la vida, además de ser un claro ejemplo del buen hacer de un realizador italiano al que echábamos de menos: Giuseppe Tornatore.
Una de las mejores peliculas de todos los tiempos…un verdadero clásico.
Una película maravillosa, con uno de los finales más bonitos de la historia del cine. El amor por el cine en estado puro.
Un saludo! 🙂