
Norma Desmond (Gloria Swanson), la estrella de ‘Sunset Boulevard’ (1950) o ‘El crepúsculo de los dioses’ como se llamó en España, es una estrella de la mentira. Vive con los fantasmas y se miente acerca de la realidad contemplando películas en las que aún era joven. También se miente sobre la naturaleza de los sentimientos y de las motivaciones de su guionista gigoló.
Se miente también, en definitiva, acerca de su influencia profesional sobre Cecil B. DeMille, y se niega a cobrar conciencia de sus mentiras para embriagarse con el sueño sin darse cuenta de que está sumida en una pesadilla destructora.
Además, todo el mundo le miente por piedad, por interés o incluso por amor (el criado Maz, que fue su primer marido cuando era un gran director de cine). Reina ella, pues, en plena ilusión, dentro de su espacio mental tanto como en la mansión a donde no entran más que un sepulturero para enterrar a un chimpancé, antiguas glorias del cine mudo con aspectos espectrales y un joven lo bastante codicioso como para hundirse cínicamente en su neurosis.
Se trata de la aprehensión de lo real. De juegos de roles y de mentiras. De cobardía y falta de lucidez. Manipulación de unos y otros en una obra maestra de Billy Wilder.
Es que en Hollywod todo es una mentira, pero nos gusta que nos mientan los señores como Billy Wilder. Y Sunset Boulevard es, desde el comienzo hasta el final, una obra de arte de verdad.