
En dos minutos y tres planos, la escena del ascensor de ‘Misterioso asesinato en Manhattan’ condensa como nadie la comicidad de Woody Allen. En el curso de la investigación sobre la supuesta muerte de su vecina, Larry (Woody Allen) y su esposa Carol (Diane Keaton) se encuentran el cadáver en la habitación de un mísero hotel. Pero, en lo que tardan en salir a llamar a la policía, el cadáver desaparece. Presurosos por marcharse del hotel, Larry y Carol cogen el ascensor.
En el primer plano charlan muy animados, y de repente un ruido sordo indica que el ascensor se ha bloqueado. El incidente acciona de inmediato la angustia en el personaje. Hemos llegado al momento preferido para todos los que disfrutamos de las paranoias de Woody Allen.
«¡Soy un claustrofóbico de fama mundial!», exclama. «Soy un semental en los prados!, afirma, a tenor de su fragilidad física. Cuando Carol intenta abrir el techo del ascensor aparece la cabeza de la señora House y su brazo. Se trata del clásico truco del esqueleto en el armario. «La claustrofobia y el cádaver, el colmo para un neurótico», dice Woody-Harry.
El diálogo subraya que estamos ante la típica escena woddyalleniana. Aquí salen a relucir todos los miedos, fobias y manías de un personaje inventado hace ya 40 años, y que tanto nos gusta ver en el cine. ¡Disfruten de la escena completa de esta gran película llamada ‘Misterioso asesinato en Manhattan’!
En esta escena Woody Allen está como pez en el agua. De sus manías e hipocondrías ha hecho un arte.