
En ‘12 años de esclavitud’, Steve McQueen elude el tradicional recurso del narrador en off que se valía del flashback inicial para contarnos un relato. No es el único acierto narrativo que le separa del cine más tradicional, ya que pone los pelos de punta ver el tiempo que aguantan de manera tan eficaz determinados primeros planos. Se trata de un inmovilismo fílmico que parece intentar sacudirnos de la parálisis de conciencia en la que estamos asentados desde hace tiempo.
Sirviéndose de la Historia de Estados Unidos, el director de ‘Shame’ nos hace partícipes del accidental viaje que Solomon Northup, interpretado magistralmente por Chiwetel Ejiofor, emprende desde el norte para convertirse en esclavo. Si en el pasado la gente iba en busca de un futuro mejor al oeste, aquí la fatalidad del destino le marca otra latitud: el sur.
El director británico nos revela con una gran dosis de realismo su visión de la sociedad sureña decimonónica antes de la guerra civil. Una sociedad vertebrada en torno a la violencia, la esclavitud y las más contradictorias creencias religiosas, las cuales forjaban un carácter y una tipología concreta de seres. Todos ellos aparecen de un modo u otro reflejados a lo largo de la película. Aunque la sinrazón y la violencia tendrán su contrapunto en el buen corazón y la humanidad del personaje interpretado por Brad Pitt, un abolicionista convencido.
Solo se puede definir como impecable el retrato que nos deja Steve McQueen de una sociedad como la de Louisiana. La infinita mezquindad humana hacía tiempo que no se reflejaba en la pantalla de esta manera tan brillante. Seguramente se convertirá en un clásico de la historia del cine por la extraordinaria capacidad que ha tenido McQueen para escenificar el orgullo y el honor en todas sus dimensiones.
Sin embargo, es relevante el hecho de que la esposa de Michael Fassbender sea autoritaria y llegue a dominar a su marido. Esta visión, hasta cierto punto matriarcal, es desconocida, ya que la voz de la mujer blanca estaba ahogada en un mundo tan patriarcal como era el sur estadounidense. Todos los elementos morbosos de las costumbres sureñas nos dan una imagen dantesca, casi gótica, de la barbarie que se vivía más abajo de St. Louis.
El sueño americano de Steve McQueen se ha hecho realidad con esta desgarradora película. ’12 años de esclavitud’ viene a simbolizar, precisamente por hacer un uso pertinente de las escenas más violentas, el valor más auténtico que cualquier sociedad debe atesorar: la libertad. Cine épico con mayúsculas.