
Muerte y desolación fue la constante en el cine de 1974. Los que no fueron asesinados serían víctimas de terribles castástrofes, aunque algunos prefirieron tomarse las cosas más tranquilamente. En 1974 nacía uno de los mejores actores del panorama actual, Leonardo DiCaprio. A la vez, fallecía el mítico director de cine italiano Vittorio de Sica, autor de la maravillosa ‘Ladrón de bicicletas‘, a los 73 años. También nos decía adios a los 91 años el productor más famoso de Hollywood, Samuel Goldwyn. ‘El Golpe‘ ganaba el Oscar a mejor película y en el Festival de Cannes ganaba la Palma de Oro una película argelina. Liza Minelli y Jack Haley Jr. se daban el sí quiero. Pero adentrémosnos en este fabuloso año cinematográficamente hablando.
Francis Ford Coppola era por aquel entonces el rey de la Paramount y multiplicó su presencia allá donde pudo. El primer proyecto de 1974 fue una gran superproducción, la adaptación de la novela de F. Scott Fitzgerald ‘El gran gatsby’. Coppola escribió el guion en tan solo tres semanas y puso en marcha inmediatamente otra película, de presupuesto limitado, titulado ‘La conversación’, premonitorio largometraje que trataba sobre el espionaje político. El escándalo Watergate estallaría en breve. El tercero de sus títulos fue la afortunada continuación de la saga de los Corleone, titulada ‘El Padrino, 2ª parte’. La película abordaba los orígenes de Vito Corleone, encarnado en esta ocasión por Robert de Niro, con Al Pacino tomando el relevo de Marlon Brando al frente de la familia siciliana.

Roman Ponlanski hizo investigar a Jack Nicholson los bajos fondos de la ciudad de Los Ángeles en los años 30 en ‘Chinatown’, con Faye Dunaway asumiendo un personaje de femme fatale de los que no se veían desde las películas de los años 40.
Sam Peckinpah, que tres años antes había estrenado ‘Perros de paja’, fue mucho más atroz en ‘¡Quiero la cabeza de Alfredo García!’, con Warren Oates interpretando a un patético matón que recorre cientos de kilómetros con una cabeza metida en un saco para entregársela a su jefe. Ahora bien, ninguno de todos los asesinatos cometidos en las anteriores películas podía compararse a la orgía de violencia y sangre de ‘La matanza de Texas’, con un psicópata que hacía parecer santo al Norman Bates de ‘Psicosis’ y con una familia del todo especial. La película se convertiría en el gran clásico del cine gore.

Albert Finney se acicaló cuidadosamente para encarnar al cursi Hércules Poirot en ‘Asesinato en el Orient Express’ investigando el homicidio de un hombre a bordo de un tren que incluía como pasajeros y principales sospechosos a un amplio elenco de estrellas. Aquellos famosos que no encontraron algún compartimento vacante reservaron plaza en las suites de un lujoso hotel que se convertiría en el fatídico ‘El coloso en llamas’. Si los que no se chamuscaron optaron por tomar el avión para regresar a sus casas toparon con una secuela titulada ‘Aeropuerto 1975’. Dos de sus supervivientes, Charlton Heaston y George Kennedy, llegaron sanos y salvos a Los Ángeles, donde les aguardaba un trepidante Terremoto.
Como ven, parecía que en el cine de 1974 competían por el número de muertes y asesinatos cometidos en ellos.
Mi película favorita catastrofista es el «El coloso en llamas». Con aquel elenco de grandes estrellas, encabezadas por un Paul Newman en su mejor momento. Cabe destacar que tuvo el Oscar a mejor canción. Curiosamente 5 años antes también fue mejor canción otra protagonizada por Paul Newman y Robert Redford. Aquel mítico western que todos conocemos y el pegadizo tema que podríamos traducir como «Gotas de lluvia al caer».