
Partiendo de la premisa de que siempre es difícil adaptar un libro a la pantalla, aún lo es más rodar una historia sobre la que recaen grandes expectativas. Este reto lo ha conseguido brillantemente Felix Herngren con la adaptación del bestseller «El abuelo que saltó por la ventana y se largó» del escritor sueco Jonas Jonasson, cuyo libro se ha publicado en 38 países y ha vendido más de seis millones de ejemplares en todo el mundo.
En la versión cinematográfica, Robert Gustafsson da vida al centenario Allan Karlsson, que tras escaparse por la ventana del asilo donde está obligado a vivir, comienza su particular periplo vital, en el que se cruzará con una banda criminal, un maletín lleno de dinero, y hasta un elefante. La película, descrita así, no deja de ser una historia de aventuras un tanto surrealista, pero no se lleven a engaños porque está magníficamente construido ese universo estrafalario, y, además, cuenta con un delirante humor negro, producto de la fatalidad y pesimismo escandinavo. «Las cosas son como son y así seguirán siendo«, repite Allan a lo largo del filme.
Para los que no nos hemos leído el libro, por momentos te preguntas qué tipo de película estamos viendo, pero una vez superas este prejuicio inicial te sumerges en una obra sin ataduras emotivas, colorista y excéntrica. Un particular viaje al estilo de ‘Forrest Gump’ , pero en medio de tierras suecas y con un protagonista, que a su 100 años decide escapar de su tediosa vida. Y es que nuestro antihéroe ha llegado a participar también de los grandes acontecimientos del siglo XX. No en vano se cruzó por el camino, nada más y nada menos, que con personalidades como Stalin, Truman y hasta el mismo Franco.
Por fin, la cinematografía sueca nos depara una entretenida película que seguro hará las delicias de muchos de los espectadores. En fin, se agradece este tipo de cine tan solo por hacer un encomiable elogio de lo absurdo.