
El director norteamericano Richard Linklater ha terminado realizando con ‘Boyhood’ un doble salto mortal en la experimentación con el espacio temporal en el cine. Tras trabajar con el desarrollo cronológico de unos personajes, interpretados por Julie Delpy y Ethan Hawke, en la trilogía de “Antes del amanecer” (1995), “Antes del atardecer” (2004) y “Antes del anochecer” (2013), ahora vuelve a explorar este particular experimento narrativo, pero en una única película: ‘Boyhood’. Solo 39 días le bastaron a Linklater para grabar la película, pero lo excepcional fue que esos días se repartieron a lo largo de los 12 años que duró el rodaje completo, concretamente entre 2002 y 2013.
La historia parte de cuatro personajes que forman una típica familia americana del sur del país marcada por los embarazos precoces que supusieron los dos hijos, la consiguiente falta de madurez y escasa capacitación de los padres, y la irremediable desestructuración familiar. Desde este punto de partida compartimos la cotidianidad de esta familia a lo largo de algo más de una década, dónde todos luchan por ir encontrando su lugar en el mundo.
Ellar Coltrane, el hijo pequeño, es el verdadero protagonista y su desarrollo desde niño a adolescentes es el eje vertebrador de toda la película. Es curioso ver cómo la corta edad con la que inicia los rodajes le dan una frescura como actor realmente llamativa, que parece irse mitigando a medida que cumple años frente a la cámara. Lo mismo le ocurre a Lorelei Linklater, su hermana en la ficción e hija del director en la vida real. De todos modos, ambos están brillantes y gracias a ellos ‘Boyhood’ fluye a la perfección y sobre todo, te atrapa.

Patricia Arquette, por fin, recibe un buen papel en la gran pantalla para demostrar de lo que es capaz como actriz. Borda su trabajo como madre inexperta y luchadora que intenta sacar a sus dos niños adelante, y, a la vez, no pierde la esperanza de encontrar su propia felicidad como mujer. Linklater no puede olvidarse del que es ya su actor fetiche: Ethan Hawke, al que le reserva el papel de padre y donde realiza una interpretación correcta en un principio, pero que va creciendo en intensidad y credibilidad con el paso de los años.
Hay cierto debate con el calificativo de obra maestra o película de culto que algunos se empeñan en dar a ‘Boyhood’. Francamente no creo que merezca tantos honores. Sí es sobresaliente la manera en la que muestra lo ordinario, en cómo sabe captar la grandeza oculta en el día a día y en realzar lo maravilloso de la cotidianidad, como una especie de intrahistoria a la americana. La película consigue crear empatía con los espectadores al generar identificación con nuestras vidas.
Sin duda alguna, Richard Linklater acierta con la idea de crear una película que refleja el crecimiento de los mismos actores durante 12 años. Esta situación llega a producir una relación afectiva entre los personajes y el espectador. Es entrañable ver como evolucionan los actores a lo largo de la película, algo que engancha.