Foxcatcher‘, el cuarto largometraje de Bennett Miller (‘Truman Capote’ y ‘Moneyball’), es de esas películas que cortan la respiración desde el comienzo. La historia, basada en hechos reales, examina la peligrosa relación entre un excéntrico multimillonario y dos deportistas de lucha libre, interpretados por Channing Tatum y Mark Ruffalo. Una conmovedora historia de amor fraternal y de lealtad mal entendida que pone el foco sobre la quiebra emocional que acompaña a veces a la riqueza y el poder.

Resulta inquietante ver a Steve Carell dando vida a un ser traumado como John du Pont. Una interpretación llena de talento y con una contención admirable fruto del sentido de la calma que se cierne sobre ‘Foxcatcher’ en todo, desde la fotografía hasta la dirección artística. Todo en la película se va desarrollando con un envidiable y preciso tempo cinematográfico. El tono de la historia es esperanzado y entusiasta durante las secuencias de lucha libre, pero las cosas se vuelven inertes fuera de ahí, llegándose a reflejar incluso en el mismo paisaje para transmitirnos por momentos que no hay señal de esperanza alguna. El estado de ánimo que destila la película hace que logre una imagen visual contundente.

La inquietante historia de John du Pont, recluido con su madre en la granja Foxcatcher, nos evoca a ese ser humano víctima de una enfermiza relación maternofilial que roza el complejo de Edipo. En la película abundan escenas que dejan entrever la compleja personalidad de du Pont llegando a resultar  profundamente freudianas algunas de ellas. Lo maravilloso radica en la profundidad que hay debajo de la historia, ya que el filme se expone a múltiples lecturas psicoanalíticas para comprender mejor al personaje.

Como espectadores nos llegamos a preguntar cómo pudo suceder algo así y la respuesta nos viene dada de manera ímplicita en la trama. Desde su afición por las armas de fuego hasta la frustración personal que le rodea dibujan con gran acierto una personalidad ahogada por la más profunda soledad. Un filme que viene a demostrar como la ficción puede llegar a convertirse en un medio hacia la verdad. Una delicia para quienes añoran un tipo de cine sin sentimentalismos y con la dosis justa de frialdad propia de las mejores tragedias griegas.

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