
El director mauritano Abderrahmane Sissako es un valiente. Se ha atrevido a reflejar en ‘Timbuktu‘ la horrorosa realidad que por culpa del fanatismo religioso están sufriendo los ciudadanos de varios países de África y Oriente Medio. A Occidente pocas veces llegan las miserias cotidianas que injustamente estas personas se ven obligadas a sufrir. Sin embargo, sí ocupan por completo los titulares y noticias aquellas atroces acciones llevadas a cabo por las mismas personas siempre y cuando las víctimas sean occidentales.
Hace poco un coloquio sobre la libertad de expresión en Copenhague, en homenaje a la revista satírica Charlie Hebdo, concluyó en un tiroteo que dejó dos muertos y cinco heridos. Todos los medios de comunicación se esmeraron en tener la última hora del suceso durante días. También se sucedieron las declaraciones de repulsa entre políticos de todo el mundo y alrededor de 30.000 mil personas en Copenhague se manifestaron en defensa de los valores civiles y en apoyo a las víctimas del atentado. Sin embargo, en Julio de 2012 una pareja con dos hijos que vivían juntos sin estar casados fue lapidada hasta morir en el norte de Malí y los medios de comunicación apenas se hicieran eco de lo ocurrido.
‘Timbuktu’ refleja ese ritmo lento que tienen algunas de las ciudades africanas cercanas al desierto. La vida en pequeñas poblaciones rodeadas de dunas donde sus habitantes luchan por proseguir con su digna vida pese a las dificultades de un ecosistema hostil y con posibilidades limitadas. También intentan mantener sus tradiciones, pese a unos extremistas, generalmente llegados del extranjero, que les impiden escuchar música, reír, fumar e incluso jugar al fútbol. Así Sissako aprovecha para regalarnos el retrato de este absurdo fanatismo religioso mostrando su sinrazón y falta de lógica.
La película destaca especialmente por su fotografía. Desde luego que Tombuctú es un escenario que ayuda e invita a esmerarse en tal disciplina, pero no cualquiera podría haber logrado esas imágenes tan bien trabajadas, donde el color y la luz del desierto visten de manera magistral escenarios de película. Sin embargo, el guión pierde valor al dejar pasar la oportunidad de enlazar todas las historias que se suceden en la cinta y provocando que en ocasiones tenga apariencia de película documental. No obstante, el guión fue premiado en los premios César de la Academia de cine francesa, uno de los siete galardones que recibió, incluido mejor película. Su reconocimiento también ha traspasado fronteras con la nominación que recibió al Oscar a mejor película de habla no inglesa.
Aunque solo sea por justicia social ‘Timbuktu’ merece ser vista. Esta es una de esas películas humildes, de calidad y diferentes, que pese a reflejar una realidad brutal, huye del sensacionalismo y convence con una sobriedad digna del mejor cine.