
La directora Gracia Querejeta regresa a nuestras pantallas con su última película ‘Felices 140‘. Parece que el introducir números en los títulos de sus trabajos se está convirtiendo en una tradición tras la exitosa ‘Siete mesas de billar francés’ y la más discreta ’15 años y un día’, así como el trabajar con su actriz fetiche: Maribel Verdú. Y es que si la fórmula funciona, para qué cambiarla.
Al principio la película no es nada que no hayamos visto ya en demasiadas ocasiones. Unos amigos se reúnen para pasar un tiempo juntos y salen a relucir recuerdos, envidias, secretos y mentiras. Quién no se acuerda de la británica ‘Los amigos de Peter‘ o ‘Los chicos de la banda’ con sus diálogos devastadoramente sinceros. Incluso, sin irnos tan lejos, la reciente película francesa ‘Barbacoa de amigos‘. Pero en ‘Felices 140’ la trama da un giro inesperado que la hace diferente, ya que pone en evidencia como el interés personal y la pura ambición pueden despertar lo más abyecto del ser humano y derribar cualquier muro ético, ya sea una amistad de años e incluso una relación paternofilial.
Por otro lado hay que reconocer el mérito que tiene la cinta al lograr reunir lo mejorcito de nuestro cine español. Es un lujo ver en una misma película a Eduard Fernández, Antonio de la Torre, Nora Navas Maribel Verdú y Marian Álvarez, que vuelve a dar vida a una mujer traumada, como ya lo hizo en ‘La herida’. Solo estos cinco intérpretes acumulan siete premios Goya de un total de 28 nominaciones. También tenemos la suerte de haber disfrutado de la frescura de Marcos Ruiz, que lo borda como menor en medio de una tormenta familiar y del buen hacer de Paula Cancio, que destaca con su interpretación de una ególatra actriz argentina con intención de medrar.
Por ponerle algún pero, quizás echamos de menos un poco más de intriga, una mayor pizca de juego psicológico y un ritmo un poco más rápido que le hubiera aportado un toque más atractivo. Pese a ello estamos ante otra buena película de Gracia Querejeta que bien vale la pena ver. Una radiografía sobre la condición humana en la que, quién sabe, podamos sentirnos reflejados.