La fiesta de despedida‘ es una película diferente hábilmente dirigida por los israelíes Sharon Maymon y Tal Granit. La pareja de directores ya habían coescrito y dirigido con anterioridad tres cortometrajes con los que cosecharon éxito en su país y cierta repercusión internacional en el circuito cinematográfico independiente. Maymon también coescribió y codirigió (con Erez Tadmor) el largometraje ‘Una cuestión de tamaño‘, la película más taquillera de Israel en 2009 y de la que están realizando en la actualidad una versión para Estados Unidos de la mano de los estudios Paramount.

‘Mita Tova’, título original de ‘La fiesta de despedida’,  ya ha ganado el premio del público de la Mostra de Venecia en 2014, la Espiga de Oro a la mejor película en la última edición de la Seminci de Valladolid y cuatro premios de la Academia de Cine Israelí. No es de extrañar, ya que el filme cala hondo en la capacidad de sorpresa del espectador porque va más allá de los lugares comunes que el cine nos tiene acostumbrados. El mayor logro radica en el equilibrio entre temas, a priori, difícilmente atrayentes para el público general como la senectud, el dolor, la compasión, la eutanasia, la muerte, el duelo y el olvido, junto con otros temas más amables, pero que ingeniosamente combinan con los anteriores, como el amor, la amistad incondicional, la valentía, la homosexualidad y el sentido del humor.

Sobre todo, ‘La fiesta de despedida’ es un película valiente porque trata la cuestión de la eutanasia mostrando todas sus aristas. Un controvertido asunto que aun provoca reacciones airadas entre aquellos que anteponen sus propias convicciones y el mal traído concepto del milagro de la vida a una existencia llena de dolor y sufrimiento provocadas por ciertas enfermedades. Recordemos que solo unos pocos países como Bélgica, Holanda y Luxemburgo tienen regulación respecto a la eutanasia activa y, pese al conservadurismo enraizado en su sociedad, Israel comienza a dar ya los pasos legales hacia su legalización.

El acierto de los directores radica en cómo aplican a este delicado y crudo asunto una deliciosa capa de humor negro maravillosamente ejecutada a través de algunos de los intérpretes más grandes de la comedia israelí. Papeles dramáticos interpretados por comediantes, entre los que destacan Ze’ev Revach y la actriz Aliza Rosen, que ya habíamos visto en ‘Pie de página’. Ambos demuestran llevar más de media vida sobre los escenarios y hacen que los espectadores pasen de la acongoja a la risa con maestría.

De obligado visionado tan solo por lo conmovedora que resulta verla y porque vuelve a plantear con ingenio cómo debería ser el final de nuestras vidas.

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