‘A cambio de nada’ es la revelación del cine español en lo que va de año. Avalada por dos premios del Festival de Málaga, la Biznaga de Oro a mejor película y mejor director, la cinta dirigida por Daniel Guzmán ha sorprendido porque, aunque trata un tema muy trillado ya en nuestro cine, convence y emociona. Y todo pese a que el director, más conocido por su trabajo como actor en series de televisión como Aquí no hay quién viva, ha tardado diez años en poder finalizar su trabajo, por falta principalmente de fondos.

Cuando, gracias a su segundo corto, ‘Sueños‘, se hizo con varios premios, entre ellos el Goya 2004 a mejor cortometraje de ficción, ya algo nos hacía presagiar que su primer largometraje destacaría. El resultado ha mejorado nuestras expectativas. La película no parece la de un director novel, ya que la dedicación que Guzmán ha invertido en el proyecto se nota en una brillante dirección de actores y en un ritmo cinematográfico muy acertado. Por el contrario, hay algunas pequeñas florituras en el guión que le dan al filme un toque inverosímil, aunque no molesta ni estropea.

La película trae a la memoria el cine quinqui de finales de los 70 y principios de los ochenta como ‘Navajeros’ o ‘Colegas’ de Eloy de la Iglesia. Cintas ambientadas en el extrarradio de Madrid, donde las charlas en descampados, las persecuciones en coches y la rebeldía adolescente son el denominador común. Salvando las distancias, claro, porque aunque incluya en su trama robo y persecución, ‘A cambio de nada’ es más un alegato a la amistad enmarcada en una realidad algo exagerada de un preadolescente que sufre el traumático divorcio de sus padres.

Es justo resaltar la magnífica actuación de Miguel Hernán y Antonio Bachiller. Las actuaciones de los dos actores noveles son creíbles y consiguen emocionar. Por otro lado, Felipe Vélez que borda su papel de pobre diablo luchando por salir adelante de cualquier manera con un toque de chulería y caspa bastante conseguido. La guinda del pastel la ponen Luis Tosar y María Miguel que, pese a tener papeles cortos, aportan el toque de seriedad y experiencia que la película también necesita.

Este drama social  sorprende por ser un debut, tanto del director como de los actores, más que decente. Además, logra convencer porque sabe combinar hábilmente la crudeza y la ternura. Es un película honesta y muy trabajada que bien merece una visita al cine.

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