El director israelí Nadav Lapid se consagra como director gracias a ‘La profesora de parvulario‘. Tras su éxito en 2011 con su primer largometraje ‘Policía en Israel’, con el que obtuvo gran éxito de crítica internacional ganando el premio del jurado de festivales como el de Locarno, Lume y Filadelfía, se esperaba con ganas el estreno de su segundo largo. Estreno precedido también por logros como el Giraldillo de Plata a mejor película en el Festival de Cine Europeo de Sevilla y que posiciona a Lapid en el punto de mira cuando se habla de cine israelí. Cine, por otro lado, del que poco o nada nos llega a nuestras latitudes, pero que cuando lo hace deja un buen sabor de boca. Véase por ejemplo películas como ‘La fiesta de despedida‘ de Sharon Maymon y Tal Granit o ‘A pié de pagina‘ de Joseph Cedar.Crítica: La profesora de parvulario

El pilar fundamental que sostiene la trama es el personal empeño de una profesora de parvulario por fomentar y preservar el talento innato para la poesía que uno de sus alumnos demuestra espontáneamente. Se trata de una original historia salpicada de metáforas. Parece como si el pequeño protagonista fuese un mesías de la cultura y su poesía fuese el único antídoto para la salvación de una cada vez más superficial Humanidad. Es por ello que la profesora proteja vehementemente el talento del menor con el convencimiento de que el mundo y la falta de sensibilidad corromperán su virtud. Que el niño tenga un padre mundano, una madre ausente y una niñera dispersa y oportunista hacen que se autoproclame como la mentora del niño, con una intensidad enfermiza impulsada por su propia frustración y mediocridad.

El papel de la profesora es interpretado de manera sobresaliente por Sarit Larry. Una ya madura actriz que a los 26 años gozaba de cierto reconocimiento, pero que abandonó la interpretación para convertirse en doctora en filosofía de la Universidad de Boston. A su vuelta a las tablas demuestra que sus cualidades como actriz están intactas y que sólo ella con su background filosófico podría haber dado vida a este personaje que trae a la memoria a Pigmalión.

Por otro lado estamos seguros que la película no habría tenido tanto éxito sin la destreza de Lapid para encontrar al niño que interpretase el papel protagonista de la cinta. La actuación de Avi Shnaidman es el núcleo de la película. Este pequeño actor hace de su personaje una figura verosímil que realiza continuos viajes de ida y vuelta desde la genialidad al infantilismo convirtiendo su actuación en memorable. Interpretación repleta de miradas inquietantes que trae a la memoria otras inolvidables realizadas por actores menores de diez años, como la de Ana Torrent en ‘El espíritu de la colmena’ o Quvenzhané Wallis en ‘Bestias del Sur salvaje’.

Afortunadamente estamos ante una película que sorprende, deja poso y golpea el cerebro. No sólo por lo que cuenta, sino también por lo que subyace y que necesita de un momento de reflexión para poder ir uniendo todos los extremos de la madeja para tener un bonito ovillo.

1 comment

  1. Película muy interesante. Con un tema bastante profundo, donde se toca el dilema de potenciar las cualidades innatas e intelectuales de una persona. Aunque de entrada parezca que no serían de gran “utilidad” en su porvenir. ¿Cuál sería su precio?

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