
Alfonso Gómez-Rejón es un director tejano conocido principalmente por realizar episodios de las series American Horror Story y Glee. También famoso por dirigir comerciales de televisión para marcas tan conocidas como American Express, Chevrolet o T-Mobile. ‘Yo, él y Raquel‘ se trata de su segundo largometraje tras la gris ‘Espera hasta que se haga de noche’. Esta vez el realizador ha dado en el clavo porque no para de recoger premios, entre ellos el Gran Premio del Jurado y el Premio del Público del Festival de Sundance de 2015.
‘Yo, él y Raquel’ podría definirse como otra película de adolescentes más donde uno de ellos enferma y el resto sufre su pérdida. Sin embargo, tiene detalles muy inteligentes que la diferencia del resto y la convierten en una cinta especial. Greg y Earl, Thomas Mann y RJ Cyler en el filme, son dos jóvenes inadaptados que pasan desapercibidos en el instituto pero que tienen una vida interior espectacular repleta de creatividad e ingenio gracias a su afición al cine clásico. Ruedan cortometrajes en secreto desde que estaban en la escuela primaria. Delirantes cortos sobre grandes películas de la historia del cine con hilarantes adaptaciones de títulos. Como por ejemplo ‘A sockwork orange’, ‘Senior Citizen Cane’ o ‘The 400 bros’ en honor a ‘A Clockwork Orange’, ‘Citizen Kane’ y ‘The 400 Blows’ respectivamente.
Esa afición tan poco corriente para un par de jóvenes de Pittsburgh es el cemento que arma la amistad entre los dos peculiares protagonistas y que alegra la vida a la pobre Raquel, interpretada por Olivia Cooke, tercera en discordia y enferma de leucemia. Lo que al principio es una amistad forzada basada en la compasión parental se convierte en una bonita unión donde se disfruta de la sinceridad y del respeto. Conversaciones muy peculiares y momentos realmente cómicos que hacen disfrutar y desentonan claramente con la última media hora llena de tópicos: elección de universidad, baile de fin de instituto y predecible fallecimiento.
‘Yo, él y Raquel’ no deja de ser una teen movie que combina de manera muy eficiente comedia y drama. Afortunadamente, más cerca de la rítmica y honesta ‘Las ventajas de ser un marginado‘ que de la previsible y en exceso emotiva ‘Bajo la misma estrella‘ pese a su desenlace lacrimógeno del que no puede escapar pese a que intenta desmarcarse en casi toda la película.