
Netflix empieza a funcionar en España y ya está disponible para todos los usuarios que quieran disfrutar de su catálogo de películas y series. Netflix llega para complementar la oferta ya existente de cine online. Lejos quedan ya aquellos videoclubs que proliferaban en los años ochenta en España y que fueron un negocio próspero durante una época. El que más o el que menos iba a alquilar su película en VHS (más tarde llegarían los formatos digitales) al videoclub de su barrio para verla cómodamente en casa. Después operadores como Canal+ ofrecían vía satélite a través de codificadores un catálogo de películas en multidifusión. Poco tiempo tuvo que pasar para que con la llegada de Internet surgieran nuevas formas de ver cine que permitieran a los espectadores ser ellos mismos los que decidieran cuándo disfrutar de sus contenidos favoritos. Así nacían las empresas de distribución de contenidos audiovisuales por Internet, denominadas en inglés como video on demand (vídeo bajo demanda).
¿Qué es el vídeo bajo demanda?
El vídeo bajo demanda permite a cualquier usuario ver una película o contenido audiovisual en el momento que lo desea a través de una conexión de banda ancha a Internet sin que exista un operador implicado en el control o distribución de dicho contenido. Tan solo tiene que suscribirse o pagar por los contenidos de un catálogo de películas o series por los que la empresa de vídeo bajo demanda ha adquirido previamente sus derechos. Además, se puede acceder al contenido a través de navegadores accesibles desde cualquier dispositivo con Internet, como ordenadores, tablets, smartphones, videoconsolas o televisores conectados. El acceso de los usuarios a los contenidos se realiza a través de métodos como el streaming, una tecnología que se utiliza para optimizar la descarga y reproducción de archivos audiovisuales.

El caso Netflix
El modelo en el que se fijan las empresas españolas es la plataforma estadounidense Netflix. Se trata del origen del actual modelo de negocio en streaming. Las claves de su éxito se basan en ofrecer un amplio catálogo audiovisual y en su vía de ingresos: la suscripción (en España costará desde 7,99 € al mes).
Tras iniciarse en 1997 como un videoclub de venta y alquiler de DVD, Netflix constató en 2007 que las oportunidades del negocio pasaban por Internet. Hasta entonces, había pocos referentes, como Amazon Unbox, por lo que Netflix se alzó como uno de los primeros proveedores de vídeo bajo demanda basado en el pago mensual. En la actualidad tienen presencia en toda América, Alemania, Francia, Suecia, Reino Unido e Irlanda superando los 26 millones de usuarios.
Ahora llega a España y paradójicamente no va a poder emitir su exclusivo catálogo, ya que al no contar en sus planes con nuestro país, decidió hacer negocio con la venta de los derechos de emisión a las cadenas de pago. Lo que sí es seguro que Mr. Netflix será bienvenido en España. No en vano, según publicó el diario El País a raíz de las revelaciones de Wikileaks, la Embajada estadounidense en España diseñó una minuciosa estrategia en 2007 y colocó la propiedad intelectual como tema prioritario en su agenda, algo que sin duda ha animado a los americanos a venir a nuestro país, ya que la recién creada Comisión de Propiedad Intelectual ha empezado a ponerse las pilas con la principal amenaza de este tipo de negocios: la piratería.
La piratería audiovisual
El mayor enemigo de estas plataformas de vídeo bajo demanda es la piratería masiva, un hábito que parece bastante incorporado en la sociedad española. El acceso a coste cero a películas y series a través de Internet se ha convertido en una práctica habitual. La piratería sigue siendo la sombra de este consumo, ya que los españoles todavía prefieren en su mayoría disfrutar de contenido gratuito y son menos proclives al pago de servicios de vídeo bajo demanda.
Sin una acción legal indudable contra los alojadores de contenidos piratas no se puede modificar el actual escenario porque si los usuarios no están dispuestos a pagar por algo que son capaces de conseguir gratis sin grandes complicaciones, solo le queda a las plataformas de vídeo bajo demanda la protección legal que les permita desarrollar su negocio sin la amenaza de la piratería.
También sería necesario para reducir paulatinamente la piratería de dichos contenidos establecer una metodología consensuada entre todos los agentes implicados que mida de una forma fehaciente su consumo y evitara las actuales divergencias de datos existentes, ya que muchos estudios obedecen a intereses creados. Por ejemplo, según los datos de la Coalición de Creadores, en 2014 se descargaron en España 877 millones de archivos ilegales de películas a través de Internet. ¿Creíble?
Modelo de negocio basado en ventanas de distribución
En España alrededor del 80% de las películas exhibidas están producidas por las grandes majors de Hollywood y es una tendencia que se repite en toda Europa, a pesar de las cuotas impuestas para proteger al cine nacional y europeo. Las principales productoras cinematográficas del mundo, conocidas como majors, son seis compañías: Paramount Pictures, Universal, 20th Century Fox, Warner Brothers, Walt Disney y Sony-Columbia Pictures.
Los acuerdos con estas productoras cinematográficas son fundamentales para ofrecer un catálogo con estrenos recientes. Estas empresas controlan todas las fases de creación de una película, desde la idea hasta la exhibición en los cines, lo que ha establecido un modelo tradicional de explotación cinematográfica conocido como sistema de ventanas, que marca los tiempos y márgenes necesarios para entender el porqué las películas no pueden encontrarse en las plataformas hasta cuatro meses después de su estreno en salas de cine.
Cabe señalar que el cine independiente o de autor está rompiendo este tradicional sistema de “ventanas”. En la actualidad podemos ver a la semana de su estreno en cines una película en una plataforma VoD. Y aunque cada vez se acortan más los tiempos de explotación en las diferentes ventanas, muchas empresas de vídeo bajo demanda no pueden ofrecer unos contenidos recientes y atractivos a un precio ajustado que pueda romper la barrera del consumo ilegal existente.
La buena respuesta ante los modelos de pago por contenido en la música por streaming, como Spotify auguran una cierta predisposición a sustituir las descargas ilegales si la oferta se ajusta correctamente en contenido y precio. Aún así, es pronto para saber si la creciente conciencia de pagar por los contenidos puede modificar la tendencia en un futuro cercano.
Hasta ahora, en prácticamente todas partes (incluido Canadá, un país con altas tasas de piratería audiovisual), la llegada de Netflix supuso una considerable caída de la piratería. ¿Ocurrirá lo mismo en España? No nos atrevemos a hacer predicciones, pero lo que sí es una realidad es que su crecimiento será lento y tendrá que sufrir los estragos de la alta piratería existente, así como el rígido modelo de ventanas de exhibición cinematográfica. Esto es algo que ya saben el resto de plataformas de vídeo bajo demanda que llevan tiempo operando en España, como Filmin o Wuaki entre otras.