
El director italiano Nanni Moretti incluye con ‘Mia Madre’ otra buena película en su filmografía. El siempre correcto Moretti, tras el tono cómico adoptado en su ‘Habemus Papam’, vuelve a explotar su lado más intimista que ya viéramos en la magnífica ‘La habitación del hijo’. Quizás ‘Mia Madre’ no pasará a la historia como una las mejores películas de Moretti o de la historia del cine, pero poco reproche se le puede hacer desde el punto de vista argumental, técnico o artístico.
El filme nos sitúa en el universo adulto, un lugar donde el equilibrio entre la vida personal y profesional es un duro ejercicio de malabares. Un espacio donde las experiencias, buenas o malas, pueden desencadenar una inesperada crisis que derriba hasta las estructuras más robustas. Crisis como característica principal de todos y cada uno de los personajes. Una madre cuyo cuerpo y mente entran en colapso y que desencadena, principalmente, que su hijos se vean envueltos en un brete personal, familiar y profesional. Una nieta que inicia la difícil etapa de la rebeldía adolescente, una estrella del cine estadounidense venida a menos con problemas de mucha índole y una sociedad obrera en crisis por la depresión económica.
Con tantos personajes y tan diferentes situaciones, Moretti es capaz de crea una historia muy bien hilada, donde cada uno tiene su razón de ser y cada diálogo y situación forma parte de un todo muy bien pensado. La protagonista, interpretada por una magnífica Margherita Buy hija de la mama enferma en la ficción, es una directora de cine en pleno rodaje que decide enfrentarse a todas sus dificultades, temores y vicisitudes con determinación sin mostrar debilidad. En contraposición, su hermano en la película, el propio Moretti, decide dar un paso atrás y ausentarse por propia precaución de sus obligaciones profesionales mientras su madre se encuentre convaleciente. Diferentes formas de afrontar los aprietos cotidianos que obviamente conlleva diferentes resultados.
Pese al duro tema que trata, la película es emotiva y no especialmente sentimental. Lo consigue construyendo la historia desde la dulce perspectiva de la gratitud de la familia hacia una matriarca que deja muy buenos recuerdos entre ellos. Y sobretodo desde el humor que aporta la intervención del famoso actor americano en desgracia que viaja a Italia a participar en la película que rueda la hija de la enferma. John Tunturro no puede estar mejor en su interpretación de excéntrico actor que apenas sabe italiano y se mueve por impulsos. La exasperación que provoca en la protagonista da lugar a escenas cómicas que ayudan a rebajar la intensidad dramática de la película y se convierten en necesarias y oportunas.
Nanni Moretti siempre nos convence y con ‘Mia madre’ lo ha vuelto a hacer, cosa que nos alegra enormemente porque no pierde su etiqueta de valor seguro. La película supone por su parte otro ejercicio de demostración de su madurez como artista y revalida su título como digno representante del mejor cine italiano y europeo.