La película ‘Sicario’ del director canadiense Denis Villeneuve es un ejemplo de suspense inteligente y de acción trepidante. El que fuera antaño un discreto representante del cine de autor canadiense dejó ese cierto anonimato cuando llamó la atención de Hollywood con el impecable drama familiar ‘Incendies’. Tras este éxito, el realizador tuvo el privilegio de poder dirigir a Hugh Jackman y Jake Gyllenhaal en ‘Prisioneros’. Su reputación de buen cineasta quedó intacta, porque tanto con su segunda hollywoodiense ‘Enemy’, adaptación del ‘Hombre duplicado’ de José Saramago, fue capaz de mantener todas sus cualidades distintivas que le convierten en uno de los directores más interesantes del panorama actual.

‘Sicario’ habla principalmente de los cárteles de la droga, un negocio multimillonario con diversos actores principales y muchos otros interesados secundarios. Sin duda, una lacra para la humanidad de larga tradición y extensión con innumerables implicaciones sociales, económicas y culturales y que pese a ser una industria global, desangra especialmente a la población latinoamericana. Un negocio altamente rentable que empodera a los cárteles y les permite enfrentarse a los Estados. Ciudad Juarez en México se presenta en la cinta como el eje territorial donde se libra la batalla de esta sangrienta guerra.

Más interesante incluso es que ‘Sicario’ explore las entrañas del juego sucio estatal frente a un narcotráfico totalmente permeado en la sociedad. Una lucha que obliga a combinar el cuerpo a cuerpo y el ingenio más oscuro para moverse siempre en la frontera de lo legal, a lo que en teoría los Estados se ven obligados, y lo alegal e ilegal que en ocasiones resulta lo más efectivo frente a tal enemigo. Íntimamente relacionado, y dado que el fin justifica los medios, está la cuestión de la elección entre lo malo y lo menos malo, puestos a elegir, elijamos el mal menor.

Villenueve es perfecto para crear la atmósfera que necesita una película con esta trama. El director es capaz de desarrollar con una banda sonora inquietante y una extraordinaria fotografía, del eterno nominado a los Oscar Roger Deakinsen, un ambiente asfixiante, opresivo y frenético que potencia toda la violencia, mentira y maldad que este tema requiere. Si a esta fórmula le añadimos dos actuaciones sobresalientes, simplemente magníficos Benicio del Toro y Emily Blunt, y un desarrollo de la historia que atrapa desde el principio y no te permite desconectar, tenemos como resultado una de las películas más recomendables de este año.

La profecía que muchos preveían: director extranjero que sucumbe ante las presiones de la industria en Hollywood y cuyo producto finalmente es infumable, simplemente no se cumplió con Villenueve cómo desgraciadamente si ha sucedido con otros. Se le sigue reconociendo como un director cuyas cintas técnicamente impecables plasman perspicaces historias que siempre invitan a un debate posterior. Ahí es nada.

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