
La increíble historia de El puente de los espías nos lleva a los años 50. Durante las fases iniciales de la Guerra Fría, las tensiones entre Estados Unidos y la Unión Soviética abundan, de manera que cuando el FBI detiene a Rudolf Abel, un agente soviético que reside en Nueva York, el miedo y la paranoia no hacen más que aumentar. Acusado de enviar mensajes cifrados a la URSS, Abel es interrogado por el FBI, pero se niega a cooperar con los agentes y rehúsa traicionar a su país, y entonces es recluido en una prisión federal a la espera de juicio.
El gobierno, urgido por la necesidad de un abogado independiente que asuma la defensa de Abel, contacta con James Donovan, un abogado de Brooklyn experto en seguros. A pesar de su buena reputación dentro del entorno jurídico por sus grandes habilidades como negociador, Donovan tiene poca experiencia en alegaciones de tal naturaleza y magnitud, y no le entusiasma precisamente implicarse. Hacerse cargo de una defensa tan sumamente impopular le convertiría en una figura pública y su familia podría verse sometida al escrutinio, desprecio e, incluso, a un potencial peligro.
Finalmente, Donovan acepta representar a Abel, pues está firmemente comprometido con los principios de justicia y protección de los derechos humanos fundamentales y quiere asegurarse de que Abel reciba un juicio justo, independientemente de su nacionalidad. Mientras prepara su estrategia de defensa, entre los dos hombres empieza a surgir un particular vínculo, construido sobre la base del muto respeto y entendimiento. Donovan admira la fortaleza y lealtad de Abel, y construye un apasionado alegato, argumentando que sus acciones fueron las de un buen soldado que simplemente sigue las instrucciones de su país; sin embargo, no tiene éxito.
Poco tiempo después, un avión espía americano, concretamente, un U-2, es derribado cuando surca el espacio aéreo soviético durante una misión de reconocimiento, y el piloto, Francis Gary Powers es condenado y sentenciado a 10 años de prisión en la URSS. La CIA, al mismo tiempo que niega categóricamente cualquier conocimiento sobre la misión, teme que Powers pueda ser obligado a revelar información clasificada.
Tras haber sido testigo del impresionante talento de Donovan durante el proceso judicial, el agente de la CIA Hoffman contacta secretamente con él para reclutarle en una misión de seguridad nacional de enorme importancia. Movido por el amor a su país, sus inquebrantables y sólidas convicciones así como una tremenda cantidad de coraje, James Donovan se ve pronto metido en un avión con dirección a Berlín para negociar un intercambio de prisioneros entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. Una historia apasionante, como ven, la de ‘El puente de los espías’, que Spielberg ha adaptado a la gran pantalla.
La verdad, era una época muy convulsa. En el cine no es un tema nuevo. Hitchcock sacó partido a la Guerra Fría con «Cortina rasgada». Protagonizada por Paul Newman y Julie Andrews como muchos sabrán. La acción, desarrollada en la antigua República Democrática Alemana.