No recuerdo la primera película que vi en el cine, pero sí donde. Fue en el Cine Cuyás, en aquellos años ochenta una de las salas cinematográficas más modernas de las Islas Canarias. Actualmente es un coqueto auditorio donde se escenifican obras de teatro y algún que otro concierto musical.

Siempre que paso por la calle donde estaba ese cine me vienen a la memoria muchos recuerdos de la infancia. Sobre todo, porque estas salas tenían un encanto diferente que las hacía únicas. Desde los maravillosos carteles que lucían en sus fachadas hasta los programas dobles, que como mínimo eran espectaculares. No recuerdo nada mejor que sentarnos frente a esa enorme pantalla para que nos contaran una historia. Umbral o Garci, no recuerdo cual, decía: Nunca supe qué me gusta más: ir al cine o el cine o los cines.

Una tarde, mientras volvía a casa, andando por esas calles sorprendentemente vacías de Madrid, me quedo impactado al descubrir un graffiti que dice: «En el cine de tu niñez pusieron un Zara«. Retomo mi camino y me voy alejando, calle abajo, dando la espalda a la pintada, rumiando lo que acababa de ver, sumido entre la nostalgia y la indignación. Vagamente desorientado, pero con esa inconfundible sensación de querer compartirlo enseguida. Cómo olvidar aquel cine de la niñez donde aprendimos a mirar la vida. Cómo olvidarlo. Cines, en fin, que sucumbieron a los abusos del tiempo; locales que fueron desapareciendo de una geografía urbana que también cambió, dramáticamente, inexorablemente, convirtiéndonos a nosotros en esclavos de ese cambio que no cesa.

Seguro que te puedes sentir identificado con este post que acabas de leer y quieres, a modo de protesta sentimental, contarnos qué han hecho con el cine de tu niñez. ¿Qué hay ahora? ¿Un supermercado, un banco o una tienda de ropa? Nos gustaría que nos lo contaras y también que lo tuitearas utilizando los hashtags: #Macguffin007 #Enelcinedeminiñezpusieron ¡Por protestar que no quede!

7 comments

  1. En mi barrio hubo muchos. El condado hoy un supermercado Lidl, el Cristal hoy un gimnasio, el Europa una tienda de saneamientos, el Lido a la espera de no se sabe qué? El Quevedo un Mercadona, el Magallanes un garaje, el Versalles un bingo, el Murillo una tienda de ropa y así no podría parar esa sangría de cines

  2. El de mi barrio era el cine «Coral» en Carabanchel Alto (Madrid) que se convirtió en una sucursal de Caja Madrid, ahora Bankia

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