
Pedro Almodóvar ha vuelto. Este es el titular que nos viene a la cabeza tras ver su último trabajo: ‘Julieta‘. El director español más internacional vuelve a ese tipo de cine dramático y femenino con el que ha tenido tanto éxito en su carrera. Los relatos de la escritora canadiense ganadora del Premio Nobel de Literatura Alice Munro «Destino, Pronto y Silencio» son los cimientos de esta nueva película que nos muestra la vida de Julieta, desde su juventud a la madurez a través de una serie de acontecimientos acaecidos en su vida que desencadenan su alegría y desgracia.
Lo mejor de Almodóvar se nos hace evidente cuando vemos la interpretación de Emma Suárez y, en menor medida, de Adriana Ugarte. Saber dirigir actrices como lo hace el director manchego es una virtud que muy pocos tienen. Suárez consigue transmitir el desgarro interior que producen las pérdidas, la inconsolable desolación que va más allá de la tristeza. Ugarte no realiza un trabajo fuera de lo común y no convence tanto en su registro dramático, su depresión parece más una simple ausencia. De entre las secundarias destacar a Rossy de Palma, con una actuación muy creíble de un personaje complejo.
Afortunadamente también volvemos a ver, aunque de manera más contenida que nunca, la estética almodovariana con una belleza de imágenes muy trabajadas, bien pensadas, jugando con los colores y la luz e hiladas en la ficción de tal manera que hablan por sí mismas. Sin abuso. Desde el punto de vista visual ha sabido contener la tendencia al exceso de artificio en diseños interiores que hemos visto en otras películas y que en ocasiones generaba una sensación de inverosimilitud.

Sin embargo, el desarrollo de ‘Julieta‘ es desigual. El comienzo no es todo lo bueno que cabría esperar. Entra demasiado rápido en el drama, tan pronto que es incomprensible para el espectador. Sin pistas se nos impide conectar con el dolor de esa protagonista que entra en barrena. Más tarde, Almodóvar consigue hábilmente involucrar al público, pero ya perdió una oportunidad muy valiosa para atrapar al espectador desde el primer momento.
Y si hablábamos de un Almodóvar más sobrio visualmente, no así en el guión plagado de unos hechos que empujan a los personajes al esnobismo. Sin duda, uno de los hechos definitorios de ese universo almodovariano son estos rasgos que ayudan a perfilar sus personajes como seres especiales. Pero en este melodrama hay una combinación de detalles exagerados que no encajan. Y esto es en lo único que voy a dar la razón a mi admirado Carlos Boyero, que con Almodóvar roza la inquina.
‘Julieta‘ no formará parte de la mejor filmografía de Almodóvar. No está a la altura de otros dramas como ‘La flor de mi secreto’ o ‘Volver’, pero sin duda merece ser vista. Tras la decepción de la incomprensible ‘Los amantes pasajeros‘ parece que Almodóvar vuelve a la senda a la que nos tenía acostumbrados y despierta la esperanza de que algo muy bueno está por llegar.
Pues sí, parece que ha vuelto lo mejor del cineaste manchego con una dignísima película, tras su último fiasco.