Hace más de una década, el cineasta canadiense Jean-Marc Valléed realizaba ‘C.R.A.Z.Y.’, una película que sorprendía por su cruda honestidad y que en cierto modo dejaba entrever el estilo del director canadiense. Basta ver títulos como ‘Dallas Buyers Club‘ y ‘Alma salvaje‘ para llegar a entender el desasosiego vital del personaje de su última película: ‘Demolición‘.

Jake Gyllenhaal, que ya nos sorprendiera muy gratamente en ‘Nightcrawler‘, da vida a un ejecutivo que lucha por encontrarse a sí mismo tras una crisis emocional a la que tiene que enfrentarse tras la repentina muerte de su mujer. Algo que se nos presenta de forma trágica, sin anestesia y desde el minuto cero. Quizás un impacto un tanto atrevido, pero que en el transcurrir de la película llegamos a comprender y que determinará los acontecimientos que más tarde veremos.

Jake Gyllenhaal en Demolición
Jake Gyllenhaal en «Demolición». Fuente: F&P Media

La cámara busca incesantemente transmitir emociones, quizás lo consigue por momentos, pero es innegable que en algunas escenas se pierde en un laberinto de díficil salida. La imposibilidad de construir un relato veraz es un lastre que nos obliga, sin posibilidad de escapatoria, a enfrentarnos con cierto escepticismo a la vida de los personajes de este relato familiar. Una película, que necesita de un público dispuesto a dejarse llevar para no ser víctima de la propia demolición emocional.

Jean-Marc Valléed es todo menos tibio. Un actor que es capaz de mostrarnos sin rubor las contradicciones de sus personajes. En este sentido, hay una astuta precisión, ya que la historia parece exenta de cualquier prejuicio moral y nos explota en la vista. Tras las formas brutales y explícitas se esconde un furioso desahogo contra los convencionalismos sociales. Solo por esto y por ver a un actor con tanta química como Jake Gyllenhaal merece la pena esta propuesta cinematográfica tan subversiva.

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