
‘Theo y Hugo, Paris 5:59‘ es una de esas películas que pasan desapercibidas por la cartelera y a las que nadie suele hacer demasiado caso. Principalmente suele ocurrir con las producciones pequeñas y muy de autor, destinadas mayoritariamente a un público cinéfilo. Sin embargo, hay veces que la escasa atención de los medios ante este tipo de películas se debe a que se hablan o se muestran tabús sin ningún tipo de tapujos. En el caso de esta cinta francesa dirigida por la pareja de directores Olivier Ducastel y Jacques Martineau, su principal lastre comercial se debe a sus veinte primeros minutos.
Tras unos psicodélicos títulos de créditos iniciales propios de una película de Gaspar Noé, el filme comienza con una larga y potente secuencia en un club de sexo gay en la que todo es absolutamente explícito. Podría decirse que se trata de una explosiva y bastante acertada mezcla entre la capacidad de impacto de ‘Irreversible‘ y la extraña sensibilidad que hay en cada escena de sexo de ‘Shortbus‘. Esto, sin lugar a dudas impacta, aunque solo sea por el simple hecho de que no estamos acostumbrados a ver este tipo de escenas en una pantalla de cine.
No obstante y pese a que pueda parecer que su duración es excesiva, me parece la clave para entender toda la película, ya que es donde los directores asientan las bases de los personajes y del tipo de historia que quieren contar tan solo mediante multitud de cuerpos entrelazados. La forma de moverse de cada uno de nuestros dos protagonistas y de interactuar con los otros participantes del cuarto oscuro nos dan las claves para conocer cómo es cada uno de ellos. Resulta admirable que en una escena así se puedan percibir este tipo de detalles, y es digna de aplauso la labor de dirección por lograr trasmitir lo que trasmite de forma tan arriesgada.

‘Theo y Hugo, Paris 5:59’ es la historia de dos jóvenes que se conocen en un club de sexo y entre ellos surge una enorme química, que hará que ambos salgan del club para dar una vuelta y conocerse mejor. Durante todo este paseo nocturno, los actores defienden con soltura y maestría a sus personajes, haciéndolos totalmente creíbles. Además están respaldados por un guion sólido y una dirección que consigue crear una atmósfera subyugante y en ocasiones enrarecida gracias a la cual es imposible desentenderse de la historia de amor naciente entre ambos.
Personalmente, no esperaba nada especialmente memorable en esta película, y mi sorpresa tras su visionado no pudo ser mayor. Espero que a pesar de sus limitaciones comerciales, la vea mucha gente y que la disfruten tanto como yo lo hice. En el cine reciente pocas veces se ha reflejado tan bien la pasión como en ‘Theo y Hugo’, y lo mejor de todo, es que lo hace de una manera nada convencional. Un más que interesante ejercicio audiovisual que pone a sus directores en el punto de mira de cara a próximos proyectos.