Cuando Leonardo DiCaprio consiguió dejar atrás su estela de «niño guapo de Hollywood« tras copar portadas de carpetas, diarios y agendas luego de ser Romeo Montesco en Romeo y Julieta y Jack Dawson en ‘Titanic, no solo se arrancó una etiqueta impuesta por la juventud americana, sino que sirvió de ejemplo para comprobar que un joven personaje público de rostro arrebatador podría ser algo más que una cara deseada, como por ejemplo, un buen actor. Uno de los que ha vivido algo parecido a lo de DiCaprio es Ryan Gosling.

El canadiense comenzó su carrera en programas de índole juvenil, como ‘El Club Mickey Mouse’ o ‘El Joven Hércules’, y estuvo una década en películas que le hacían un flaco favor a la hora de lavar su imagen de rompecorazones. ‘Titanes, hicieron Historia’ (2000) o ‘Tiro de Gracia’ (2002) le fijaron el look atractivo que casi todo joven jugador de rugby universitario posee, y ‘El Diario de Noa’ (2004) terminó por hacer de Ryan simplemente el hombre perfecto. Ni siquiera su fantástico papel en el ‘El Creyente’, con solo 21 años, hicieron cambiar a Hollywood de parecer.

Un convincente actor que sobresale en el cine independiente

Entonces llegó ‘Half Nelson’, la que para muchos es su mejor interpretación hasta la fecha, en 2006, y ahí se empezó a quebrar ese muro de romanticismo levantado a base de pasiones y anhelos. Gosling obtuvo nominación al Sindicato de Actores (SAG), ganó el National Board Of Review al Mejor Actor Revelación y, por primera vez en su vida, se paseó por la alfombra roja de los Oscars como nominado. Esa noche, Ryan no ganó nada físico, pero sí algo espiritual, algo que no se posa, algo mucho mejor que un premio; ganó reconocimiento, y por primera vez también en su vida, no era gracias a su naturaleza corpórea.

Pasaron géneros, directores, compañeros y compañeras de rodaje, papeles buenos y papeles malos, pero algo había cambiado: Ryan Gosling ya no era solo un tipo muy sexy. Incluso cuatro años después de ‘Half Nelson’ se permitió el lujo de bordar una maravilla que todavía escuece al que se acuerda de ella como ‘Blue Valentine’ (2010), donde recrea lo más paradisíaco del amor y lo más terrorífico del desamor junto a una estupenda Michelle Williams, sin que las reviews y críticas le disfrazasen solo de un Casanova contemporáneo como le ocurriese durante su primera etapa.

interpretaciones Ryan Gosling

2011, el año dorado de Ryan Gosling

Un estupendo y perfeccionista drama político como ‘Los Idus de Marzo’, una divertida y moderna comedia romántica de toque familiar como ‘Crazy, Stupid Love’, y una de las películas más eléctricas del nuevo siglo en un proceso de culturización más que evidente, ‘Drive’, aúpan a Ryan al escaparate. Estaba en la rampa de lanzamiento para gozar de llamadas importantes y de buenos papeles, y en el rodaje de la injustamente infravalorada ‘The Place Beyond The Pines’ (2012) conoció al que se puede decir que es el amor de su vida (a pesar de que dijera eso mismo de Rachel McAdams), Eva Mendes, pero todavía no era el momento.

El motivo se llama Esmeralda. La primera descendiente de Ryan puso en stand-by su carrera, y después de ser un atractivo gángster en ‘Gangster Squad’ (2013) y de volver a rodar con su amigo del alma y director fetiche, Nicolas Winding Refn (‘Only God Forgives’), aparcó su faceta interpretativa un par de años. Pero en Gosling había florecido un interés cinéfilo diferente al que solía saciar; quería probar detrás de las cámaras, y así nació en 2014 ‘Lost River’, una película con un sello propio innegable que sufrió la cólera de Cannes, pero que ganó sus adeptos por ser una carta en movimiento que podrían firmar el propio Refn, David Lynch o el mismo Terrence Malick.

Poco le afectaron los residuos vertidos sobre su ópera prima, y un año después estaba rodando una de las muy buenas películas que pudo disfrutar la industria el año pasado. El mundo de la burbuja inmobiliaria y la crisis de 2008 fue llevado al cine por Adam McKay (de la cantera de ‘Saturday Night Live’) en ‘La gran apuesta’ (2015). Un reparto estelar comandado por Christian Bale, Steve Carrell, Brad Pitt y el propio Gosling hicieron que el canadiense volviera a lucir trajes por alfombras rojas, premieres y eventos. Ryan estaba de vuelta, pero quería divertirse, quería divertir y quería lucir divertido, entonces le llamó el director Shane Black (‘Kiss Kiss Bang Bang’).

El rey de las buddy movies le necesitaba para ser la pareja de Russell Crowe en ‘The Nice Guys’, una gamberra y redonda comedia sobre dos detectives privados ambientada en la década de los 80 en Los Ángeles que probablemente será recordada, además de por el agotador intensivo promocional que le hicieron ambos actores a la misma, por dejar a las claras a los escépticos que Gosling no era un ‘cara piedra’ y que podía articular más de cuatro palabras seguidas. Entre tanto, Esmeralda veía llegar a casa una hermana pequeña, Amada Lee, por lo que Gosling tenía la barra familiar recargada al 100%. Ahora sí, había llegado el momento.

La La Land

‘La La Land’ situará a Gosling en primera línea de Hollywood

En 2016, Ryan Gosling actúa en una película que desde su anuncio huele a febrero. Se llama ‘La La Land’, es un musical (género que, como Youtube puede dar fe, domina a la perfección desde pequeño), la dirige el genio de Damien Chazelle (‘Whiplash’) y encima actúa con su amor profesional, Emma Stone, con la que mantiene una relación fantástica que se palpa en cada película que comparten (ésta será la tercera). A pesar de que desde Cannes la más vitoreada fue ella, la oportunidad es idónea para terminar de romper el arquetipo de actor sin registros en el que muchos le han envasado. La película lleva una estela brillante y su presencia en la temporada de premios es una apuesta a caballo ganador.

‘La La Land’ solo puede ser el principio de su momento, el inicio de su ilusionante periplo en primera línea hollywoodiense. Los resultados no se han hecho esperar, y su nombre ya se encuentra en una de las películas más esperadas del próximo año, la secuela de ‘Blade Runner’, con un equipo que necesita un artículo entero para terminar de alabar. El chico que empezó entreteniendo a la América más juvenil junto con Justin Timberlake, Britney Spears y Christina Aguilera reclama lo que se merece, y además de manera indirecta, sin pedirlo ni demandarlo. Ryan Gosling ha encontrado el difícil resquicio por el que ganar reconocimiento, ha regado su carrera a pesar de que nadie vio fertilidad en su trabajo. Ha llegado su momento.

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