
Harry Potter y el Misterio del Príncipe es una película irregular, pero una mejora significativa respecto a La Orden del Fénix. Funciona mejor como filme independiente que como adaptación cinematográfica.
Recordando la fórmula
Reconozco que siempre he tenido bastantes problemas con esta película. El Misterio del Príncipe es mi libro favorito de la saga, y fui al cine con una ilusión enorme. Una vez vista, mi decepción creció con el tiempo y cada revisionado reforzaba mi idea sobre la película. Esta vez he intentado valorar la cinta de forma independiente y no centrarme demasiado en su fidelidad al libro. Y la he disfrutado bastante más.
La sexta entrega de la saga mejora numerosos aspectos de su predecesora. La fotografía recupera tonos verdosos y mucho contraste entre luz y oscuridad, aportando un aspecto más sombrío que las anteriores. El trabajo de Bruno Delbonnel es impecable y crea una atmósfera lúgubre donde la luz se pierde en lugares abiertos, y sólo en la protección del hogar (Hogwarts, la Madriguera) observamos una iluminación más cálida.
La música también goza de una mejoría importante, y Nicholas Hooper compone temas que enfatizan ideas y planos concretos, relaciones entre personajes. Composiciones de gran ritmo y tempo alto para el ataque inicial de los mortífagos y el partido de Quidditch, armonías ligeras para los enredos amorosos y épica para la escena de la cueva. La música del filme tiene una textura definida y encaja con lo que vemos en pantalla.
David Yates ha aprendido de sus errores. Ha sabido proporcionar a este filme una escala mayor, urgencia narrativa más marcada y ha desechado el uso de la cámara nerviosa para persecuciones. Ahora su dirección se siente más limpia y elegante, y usa mucho travelling y zooms in/out para crear ritmo y tensión respectivamente. Los picados y contrapicados tienen mayor importancia (la torre de Astronomía, la cueva) y las transiciones entre escenas se sienten más fluidas y orgánicas. Es un paso adelante que devuelve a la saga un acabado digno de las anteriores entregas tras el tropiezo del quinto filme.
Alterando una base sólida
Anteriormente os comenté que mi intención es valorar El Misterio del Príncipe como una película independiente en general. Pero debo detenerme de forma irremediable en ciertos cambios importantes que Steve Kloves y David Yates introducen en la película. Dichos cambios no serían relevantes si funcionaran en el contexto del filme y sumaran a la historia global. Pero no es el caso.
Existen tres elementos en esta película que han sido modificados respecto al libro. En primer lugar, la adición del ataque a la Madriguera. Esa secuencia no existe en el libro, pero ha sido añadida para que la cinta tenga más acción e intensidad dramática. No es una mala escena, pero entra en conflicto con otro de los elementos modificados en este filme: la batalla en Hogwarts. En la novela, los mortífagos se infiltran en Hogwarts para asesinar a Dumbledore y causar bajas inocentes por el camino. Hay una batalla en los pasillos de la escuela, varias personas son heridas de gravedad y se establece una sensación de indefensión frente al mal que asola el país. Ningún lugar es seguro.
Sin embargo, esta secuencia es ignorada en el filme, los mortífagos entran y salen del castillo con una facilidad insultante y los responsables de la película desaprovechan una oportunidad de oro para cerrar la historia por todo lo alto. En varias entrevistas, David Heyman (productor de la saga) y Steve Kloves argumentaron que no querían ser redundantes, ya que en la última película habría otra batalla en Hogwarts, pero me parece un argumento pobre ya que se pueden construir dos secuencias de acción en un mismo escenario pero con una escala distinta.
El último elemento modificado lo considero importante de cara a la futura relación de ambos personajes. Se trata de la relación entre Ginny y Harry. En la novela, Harry se sorprende al comprobar que había desarrollado sentimientos por Ginny casi sin apreciarlo, y supone un shock para él que le cuesta asimilar. Tiene miedo de la reacción de Ron al enterarse, y libra una batalla moral interior durante una extensa sección del libro. En la película, Harry ya tiene sentimientos por Ginny desde el primer instante. No se explica el porqué, no entiendes su atracción mutua, no hay pistas anteriores de cómo han llegado a ese punto. Simplemente ocurre porque en el libro tiene importancia. Me parece un error imperdonable, ya que se trata de la futura esposa de Harry, la cual conoce desde los 10 años y resulta ser la hermana de su mejor amigo. Mike Newell trató con mucho más respeto y cariño el personaje de Cho Chang en El Cáliz de Fuego.
Pasado olvidado, pérdida inolvidable
El potencial de esta historia recae principalmente en el pasado de Tom Riddle/Lord Voldemort. Dumbledore y Harry (más cercanos que nunca) dedican gran parte del metraje a buscar pistas sobre el pasado de Tom Riddle, y los recuerdos que Albus ha recolectado durante décadas son un primer paso para encontrar el punto débil de Voldemort. Es una lástima que esta subtrama no haya sido explotada lo suficiente, ya que el pasado de Voldemort es fascinante, y el descubrimiento de los horrocruxes debería ser uno de los momentos más trascendentales de la saga. Tristemente, la película sólo rescata dos recuerdos, y los horrocruxes sólo son nombrados brevemente. La película no permite que los personajes ni la audiencia sientan el peso de la empresa que Harry tiene por delante. Estas decisiones me frustran especialmente cuando la película incluye numerosos momentos de alivio cómico y romance simplón que minimizan el tono sombrío que posee la historia.
Un momento icónico en la saga es la muerte de Albus Dumbledore. La pérdida del director de Hogwarts es una de las más doloras de toda la franquicia, y afortunadamente recuperan al mejor Dumbledore con un Michael Gambon sosegado y refinado. Gambon se acerca más que nunca al Dumbledore de Richard Harris, y la película lo agradece. La escena de su muerte es digna y está bien resuelta, aunque nuevamente se olvidan de su funeral y cierran la película con una conversación intrascendente del trío protagonista mirando al horizonte. Oportunidades perdidas de forma constante.
Agradezco la adición de personajes como Horace Slughorn, interpretado de forma brillante por Jim Broadbent. Al igual que Dolores Umbridge, Slughorn tiene un peso importante en la trama, y Broadbent exprime cada segundo con una caracterización acertadísima. Sin lugar a dudas, uno de los grandes aciertos de la película. Además, Draco Malfoy tiene un rol crucial en la trama y por primera vez en varias películas vemos brillar a Tom Felton. Malfoy tiene una misión que le atormenta, y Felton sabe reflejar esos sentimientos de forma notable.
Harry Potter y el Misterio del Príncipe recupera las buenas sensaciones, pero sigue tropezando en aspectos importantes que deslucen una historia ya de por sí desaprovechada en varias secciones. Técnicamente muy superior a La Orden del Fénix, y mejor rematada a nivel de estructura y tono, pero aún sigue lejos de las cuatro primeras entregas.