La presencia española llegó el sábado a la Berlinale de la mano de ‘Pieles‘, la ópera prima de Eduardo Casanova, realizador de cortometrajes como ‘Eat My Shit’ o ‘La hora del baño’ y actor de la famosa serie de televisión Aída. En su primer largometraje, producido por Álex de la Iglesia, sigue las vivencias de varias personas con deformidades físicas o inadaptadas por su apariencia al no ser consideradas lo normativo para la sociedad. Mediante una estructura de historias cruzadas, Casanova compone un relato absolutamente único y extravagante que tiene el poder suficiente como para atraparte desde el primer fotograma y no soltarte hasta el último. La original radicalidad de la idea y su loca ejecución la convierten en la experiencia más insólita que ha dado el cine español en años.

En el aspecto formal, la película expone una propuesta definida, con una paleta de colores muy marcados (rosa y violeta principalmente) que varían según el personaje al que se le dedica la narración. Y si hay alguna influencia clara en este largometraje esa es la de Todd Solondz. Casanova, aunque encontrando su propia voz y fiel a su estilo en todo momento, toma del cineasta americano la manera de representar tanto por medio de los decorados como por la dirección de actores y los diálogos, un patetismo cómico siempre bajo un fondo oscuro y dramático.

Pieles’ cuenta con un reparto que entiende a la perfección lo que su director pretende hacer con la película, algo palpable desde el comienzo por la verosimilitud que transmiten incluso interpretando a personajes tan extremos. A pesar de que cada uno de ellos exigen dificultades a las que la mayoría de los actores no se habían enfrentado con sus papeles anteriores. Es esta diferencia lo que hace que la película no solo sea difícil de olvidar, sino también algo a reivindicar. Casanova es una voz a tener en cuenta, y eso es algo que hasta sus detractores deberían reconocer. Hace falta valor para hacer una película como esta. Valor y talento.

No solo tiene la habilidad de dejar al espectador desconcertado o impactado ante sus grotescas imágenes, sino que se trata de una propuesta interesante, nada desdeñable desde ningún punto. La dirección es eficaz, y la mayoría de los planos están compuestos con muy buen gusto (pese a que pueda parecer todo lo contrario). Quizá haya ocasiones en las que se exceda y muestre cosas que igual debería hacer más sutiles y menos explícitas, pero es una película dotada de fuerza y poder narrativo. Es una diversión incómoda y muy negra que realmente esconde un potente poso dramático. Divisiva, inteligente y sobre todo, diferente, como todas las pieles. Así es la primera y reivindicable película de Eduardo Casanova.

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