
Mañana empieza todo es una película dirigida por Hugo Gélin que narra cómo cambia la vida de Samuel (Omar Sy) cuando Kristin (Clémence Poésy), una de sus viejas conquistas, reaparece con un bebé en brazos para comunicarle a Samuel que es padre. Kristin huye dejando a la niña, Gloria (Gloria Colston), al cuidado de Samuel, quien tendrá que reajustar la irresponsable y decadente vida que ha llevado hasta ahora para cuidar del bebé.
La película busca la emoción del espectador, un tira y afloja entre la comedia y el drama que termina por perderse en ese intento constante de alcanzar la fibra sensible del público. Lo que empieza siendo una historia de a pie plausible, cercana y desenfadada va evolucionando hasta llegar a convertirse en un drama de situaciones forzadas con aspiraciones de Kramer contra Kramer.
Y aunque es cierto que consigue su objetivo, lo hace acorralando al espectador de forma que no tiene escapatoria, no es una emoción que resulte de una historia, es una historia prefabricada para causar esa emoción a base de golpes camuflados entre bromas algo estereotípicas que cumplen su función, la de relajar el ambiente tenso que se va gestando a lo largo de todo el filme. Con una sucesión de momentos dramáticos que tiñe de surrealismo una historia que pretende ser real.
Lo mejor de la película son los actores. Clémence Poésy, sobria y completamente natural, que pasa de un registro emocional a otro con total soltura. Omar Sy por su parte, aunque su personaje tiene esa faceta de irresponsable y burlón que se vio en ‘Intocable‘ y que acompaña tan bien al actor, no es lo más destacable de su personaje en esta ocasión en la que embarga con esa candidez con la que interpreta a un padre totalmente entregado a las necesidades de su hija.
Sin embargo, a pesar de las buenas actuaciones de ambas figuras paternas, la que les hace sombra a todos es Gloria Colston, lo mejor de una película que al adjetivo al que mejor responde es el de enternecedora.