En las jornadas del martes y el miércoles del festival de cine de Las Palmas 2017 pudimos ver tres títulos de la sección oficial a concurso. En concreto, dos películas iberoamericanas y la esperada ‘Félicité‘ de Alain Gomis que ganara el Gran Premio del Jurado en la Berlinale de este año. Ninguna nos convenció, llegando la película senegalesa incluso a decepcionar por las expectativas creadas.

En esta presente edición se echan en falta, no solo más títulos iberoamericanos sino de mayor calidad. Sin entrar en los requerimientos que necesitan las películas para estar presentes en un certamen de categoría internacional, se echan en falta títulos como la cubana ‘Últimos días en la Habana‘ de Fernando Pérez, que se pudo ver en Málaga y en el festival de La Habana o la mexicana ‘La región salvaje’ de Amat Escalante que se proyectó en San Sebastián.

Por otro lado, destacar ‘Microondas’, un delicioso cortometraje surrealista de Juan Cavestany seleccionado en la carta blanca de Fernando Franco y la película italiana ‘Lo chiamavano Jeeg Robot‘ del ciclo «No Future» programado por Jesus Palacios.

Respecto al ambiente que se respira decir que sigue creciendo y las salas ya se ven a tope en el ecuador del festival. El encuentro con compañeros de profesión y las charlas que mantenemos entre película y película es sin duda lo mejor de estar aquí.

Pariente (Colombia). Dir. Iván D. Gaona

Pariente‘ es la tercera película iberoamericana que compite en la sección oficial del festival de Las Palmas 2017. La ópera prima del colombiano Iván D. Gaona intenta sin mucho éxito crear una especie de neowestern social con cierta dosis de suspense. Ambientado en la provincia rural colombiana de Santander nos presenta un enredo amoroso en un contexto de violencia que coincide con la desmovilización de algunos grupos paramilitares del país.

Pariente dirigida por Iván Gaona
«Pariente» dirigida por Iván Gaona

La película mezcla acciones violentas con momentos de cierta dulzura y cuenta con un reparto compuesto por actores no profesionales que aportan naturalidad y la presencia escénica que demanda la película. Pero paradójicamente lo que es un mérito también supone un lastre para la película. La vocalización no es del todo profesional y el acento dialectal de la región colombiana resulta difícil de entender por estos lares. Además, en ocasiones el sonido de los diálogos no está del todo bien registrado y editado. Eso sí, cuenta con una banda sonora que aporta atmósfera de género evitando en todo momento subrayar la acción. Y camuflada entre la música resuenan deliciosas rancheras.

Un experimento poco depurado, con paisajes rurales y personajes vehementes, que nos recuerda que también debe existir un cine regional que mire hacia su entorno y sus personas. Una búsqueda dentro de la historia de Colombia y de su propia idiosincrasia, que a pesar de su irregularidad hay que reconocerle su mérito dadas las peculiares circunstancias de su producción.

Kékszakállú (Argentina). Dir. Gastón Solnicki

Seguimos con cine iberoamericano, esta vez con la argentina de nombre impronunciable, ‘Kékszakállú‘ (que significa Barba Azul en húngaro). Su productor en la rueda de prensa posterior a la proyección desveló algunos aspectos del filme muy reveladores, ya que lo que en un principio iba a ser un proyecto documental derivó finalmente en una ficción sin guión alguno.

Dirigida por Gastón Solnicki la película se propone observar la rutina estival de un grupo de adolescentes de clase media-alta en Punta del Este (Uruguay), donde la vida ociosa llega a mutarse en hastío. Solnicki tomó como referencia la ópera El castillo de Barba Azul de Béla Bartók sin intención de vincularla de manera evidente a la trama en términos narrativos, pero durante casi un cuarto de hora acompaña a diferentes planos de cierta belleza artística.

Kékszakállú dirigida por Gastón Solnick
«Kékszakállú» dirigida por Gastón Solnick

Rodada a base de actividades cotidianas va mostrando los pensamientos y sentimientos de los personajes que atraviesan distintas crisis derivadas del confort de clase. Valiéndose de lo acuático les vemos jugar, aburrirse y hasta amarse. Por momentos parece que el tiempo se detiene en la historia y se hace interminable, pero no es más que el preludio de una nueva realidad nada complaciente ni envidiable que les espera a los personajes.

Se trata de una película en la que se nos permite contemplar desde la distancia las diferentes historias que acontecen delante nuestra con una especial aura de misterio y sensualidad. Una historia de personajes femeninos al fin, porque fundamentalmente el relato se centra y se desarrolla con mujeres jóvenes, pero con la sombra de la madurez acechando en todo momento. En definitiva, una propuesta que se aleja de los cánones establecidos y que probablemente mañana mismo borraremos de nuestra memoria cinematográfica.

Félicité (Senegal). Dir. Alain Gomis

Terminamos nuestra jornada con la película senegalesa ‘Félicité’, cuarta película del director Alain Gomis. Con el Gran Premio del Jurado en la Berlinale la expectación era mayor de lo normal, pero una vez comenzada la película nuestros anhelos se difuminaron muy pronto llegando a reafirmarnos al final en la idea de lo enormemente sobrevalorada que está.

La película retrata las vicisitudes de Félicité, una cantante de un pequeño bar en Kinshasa a la que le cambia la vida a raíz del accidente de moto de su  hijo de 14 años, ya que tiene que encontrar el dinero suficiente para pagar la operación de su hijo. A partir de aquí la película se centra en ella, interpretada de manera muy creíble por Véronique Tshanda Beya, debut de su protagonista en el mundo del cine y por el que seguramente pueda ganar el premio a mejor actriz en el festival de cine de Las Palmas de Gran Canaria. A pesar ello, todo en la película es tan explícito y obvio que el interés decae enseguida.

«La película se puede dividir en dos partes claramente diferenciadas: la primera, donde el cineasta ofrece un discurso convencional y nada interesante; y una segunda en la que aparece un lirismo impostado. Las buenas intenciones y el honesto tratamiento de los personajes consiguen que al menos no genere rechazo, solamente indiferencia», comentaba en su crónica desde Berlín nuestro colaborador Fer García. No podemos estar más de acuerdo, incluso los primeros planos sobre el rostro de Félicité van perdiendo eficacia e intensidad en todo su camino emocional a lo largo del filme. Y del final mejor no hablar por lo irrisorio que resulta.

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