
Tras la extraordinaria recepción de Alien y sus estupendos datos en la taquilla doméstica, James Cameron toma el control de la franquicia con Aliens, el regreso. Cameron sólo había dirigido dos películas hasta entonces: la inefable ‘Piraña II’ y la notable ‘Terminator’. El estudio tenía serias dudas con el director porque le consideraban demasiado joven (apenas 31 años). No obstante, tras el éxito de ‘Terminator’ y la pasión desbordante de Cameron por la cinta de Scott y las ideas que desarrolló para la secuela, el estudio dio luz verde al rodaje de la cinta, convirtiéndose en un éxito comercial incluso mayor que la original.
Expansión del universo, reducción en desarrollo de personajes
‘Aliens, el regreso’ es una cinta muy distinta a su predecesora. Comparte tono en secciones concretas de la historia, pero el estilo de Cameron se contrapone al de Scott en cuanto a la escala de la película. Cameron expande conceptos en un entorno bélico y convierte la trama en una cinta de guerra con múltiples enemigos. Mientras que ‘Alien, el octavo pasajero’ apostaba por un escenario reducido y minimalista, ‘Aliens, el regreso’ nos establece en un entorno de gran amplitud. La tensión y la sutileza son sustituidas por el caos y las balas. Y considero que la decisión, si bien funciona a nivel de expansión narrativa e introduce nuevas ideas que aportan riqueza, provoca una menor profundización en la psique de los personajes, quedando Ripley como el único personaje complejo y tridimensional de la cinta.
Precisamente los personajes suponen un problema para mí como espectador, porque se trata de arquetipos unidimensionales con un patrón de comportamiento redundante. Apenas hay evolución, y su aportación a la trama siempre se ve limitada a lugares comunes. Vasquez es bad-ass, Hudson es un bocazas, Hicks es un buenazo, Burke es un capullo, y así con prácticamente todo el reparto de la cinta. No siento evolución, no veo motivaciones detrás de su actitud o decisiones, y personalmente me crea frialdad respecto a la supervivencia del grupo.
Sólo Bishop resulta un personaje interesante, con un arco dramático definido que bebe de la experiencia que Ripley tuvo con Ash en la anterior película. Y Newt no aporta demasiado por sí misma, sino que funciona como una herramienta emocional para Ripley. Newt existe con un único propósito: proporcionar a Ripley de un elemento que “despierte” su instinto maternal y necesidad de protección hacia ella. Newt conecta con la figura de la hija de Ripley (mencionada al inicio del filme) y crea una empatía directa con el espectador. Es una gran idea, y funciona de maravilla, pero funciona por asociación a Ripley, no como personaje independiente.
Amenaza múltiple, enemigos frágiles
En una secuela de mayor envergadura era tan lógico como inevitable encontrarnos con numerosas amenazas que se ciernan sobre el grupo de protagonistas. Al multiplicar el número de aliens no solo se incrementa la escala y el peligro constante, sino que sirve como excusa para la utilización de mayor variedad de armas y asistir a grandes tiroteos.
En este sentido el montaje brilla especialmente, ya que Cameron tiene un dominio total de la geografía en la que se producen las secuencias de acción. En todo momento sabemos de dónde proceden los xenomorfos, hacia dónde se dirigen, y en qué lugar se encuentran los personajes. Cameron siempre quiere orientar al espectador, y suele intercalar planos medios con planos generales y el uso de la cámara en mano sirve para establecer los espacios y mostrar al espectador guías visuales que nos permitan saber el lugar exacto de cada personaje.

Sin embargo, el impacto de los aliens en esta película es menor porque pierden su individualidad y se convierten en hordas sin personalidad que son destruidos con cierta facilidad. Entiendo que ha pasado un extenso lapso de tiempo entre ambas películas y la tecnología ha podido mejorar lo suficiente para eliminar a los xenomorfos, pero debemos recordar que en la cinta original un solo alien arrasa con la tripulación de la nave casi al completo y sin apenas dificultad, y eso lo convertía en un peligro absoluto y aumentaba la tensión.
En Aliens, el regreso nuestro mayor miedo es que se puedan quedar sin balas, y la fuerza emocional es menor en comparación. Sólo en el tercer acto Cameron se desembaraza de las hordas y nos presenta a la reina, y la película asciende como un cohete y nos regala la mejor sección de la película sin lugar a dudas. La reina es amenazante, incansable y entiendes su sed de venganza hacia los humanos tras observar cómo éstos asesinan a sus hijos sin pensarlo. A su vez, la reina funciona como contrapunto de Ripley, ya que ambas son madres que desean proteger las vidas de sus hijos/as (aunque Newt no sea hija biológica de Ripley), y me parece una decisión acertadísima que cierra la historia con mucha fuerza y criterio.
Aspecto visual, rostros y roles pasivos
El presupuesto de Aliens, el regreso ronda los 18 millones de dólares, siete más que su predecesora, y se notan a lo largo de la película. Los sets son más grandes, se introducen vehículos y nueva maquinaria que tiene relevancia en varios momentos del filme y las secuencias de acción son tan ruidosas y descarnadas como espléndidas en ejecución. Cameron aún no ha dado el salto definitivo en este terreno (lo haría con la extraordinaria ‘Terminator 2‘) pero se le ve en su salsa y no tiene miedo de introducir nuevos tiroteos y explosiones si resulta pertinente y ayudan al ritmo de la narración. Los tonos azules predominan en toda la película y aportan una textura más moderna a la par que fría. Y el diseño de la reina me parece una auténtica pasada no solo en aspecto sino en su forma de moverse. Se trata de un villano a la altura de la cinta anterior.
Un recurso que James Cameron suele utilizar en sus películas es el zoom in o el primer plano para mostrar reacciones. El cineasta nunca se olvida de la audiencia, y sabe que este tipo de planos y movimientos de cámara ayudan en la empatía del espectador por los personajes. Un plano que me encanta especialmente nos muestra el grito ensordecedor de Newt en un primer plano poderoso no solo por la reacción de la niña, sino por lo que está observando y cómo Cameron ha decidido mostrarlo. No vemos a los padres de Newt reconociendo el terreno. Vemos cómo llegan al vehículo y los observamos a través de los ojos de su hija. Simplemente perfecto.
Hablemos de los roles pasivos. En algunas secuelas, el personaje principal se ve forzado/a a volver a un escenario o situación concreta y generalmente se produce porque la cinta original tiene un final cerrado que remata el arco del personaje. Esto implica que su secuela requiera de una “excusa” para que dicho personaje se vea obligado a repetir un periplo similar a lo visto anteriormente, y esta decisión suele restar impacto al viaje del personaje.
Os pongo un ejemplo actual. John Wick funciona de manera fantástica porque en los primeros 10 minutos de película el personaje queda definido a la perfección, conoces su conflicto y entiendes el viaje que necesita recorrer para pasar página. Sin embargo, en su secuela, John vuelve al infierno del que quiso salir por decisión propia porque ha sido forzado a ello. Eso provoca que la implicación de la audiencia sea menor porque el espectador sabe que John no quiere estar ahí, y por extensión nosotros tampoco lo queremos (en teoría). Algo similar ocurre en ‘Aliens, el regreso’. Obviamente Cameron no es tonto, y desde el principio de la cinta a Ripley la despojan de su rango y su trabajo, forzándola a realizar labores muy por debajo de su experiencia. Pero aun así, Ripley se apunta a la misión muy a su pesar, no por decisión propia, y quizás por eso no disfruto tanto con su arco en esta película, a pesar de estar bien escrito y resultar coherente.
En definitiva, Aliens, el regreso es una película notable en casi todos los sentidos, una secuela dignísima y un entretenimiento de primer nivel que adolece de personajes acartonados, cierta frialdad y menor tensión al tratarse de una amenaza más dispersa. Su tercer acto es sobresaliente y Sigourney Weaver vuelve a destacar sobre el resto, pero la película no alcanza la perfección conceptual de la original.