
Alien: Covenant es la secuela de la fallida Prometheus, y el paso definitivo para conectar estas precuelas con la saga original. Expande el mito del xenomorfo y del origen del ser humano a la par que desarrolla la base construida en Prometheus. Mi problema con la película es que veo dos historias definidas que no terminan de complementarse del todo, y una de ellas es bastante superior a la otra.
Identidad y mitología
La película explora las revelaciones de su predecesora, aportando más contexto al origen de nuestra especie y ciertas respuestas a lo ocurrido en el lapso de tiempo transcurrido entre Prometheus y Covenant. Sin embargo, la historia parece verse forzada a su conexión con Alien, así que busca desesperadamente el camino que la lleve al nacimiento del xenomorfo que todos conocemos, pero los motivos por los que llegamos a dicha resolución están cogidos con pinzas y vienen provocados por mucha estupidez humana.
Hay segmentos de la película en la que parece tener su propia identidad e individualidad con respecto a cintas anteriores, pero cuando parece asentarse en su propio universo, el alien sobrevuela la historia como un macguffin incansable al que volver porque toca, no porque la trama lo necesite con impaciencia.
Alien: Covenant tiene un reparto bastante amplio, y curiosamente se trata de una tripulación formada por parejas. Me parece una idea interesante porque aporta humanidad y emoción a la historia, sobre todo cuando están en peligro y conoces la posible reacción de su cónyuge si su vida se encuentra en peligro. Desgraciadamente, la cinta no tiene interés por ahondar en dichas relaciones, excepto algún caso aislado. Es una pena porque la urgencia narrativa habría aumentado exponencialmente y el espectador se habría sentido más atrapado por la historia. Sólo salvaría dos escenas específicas de la cinta en las que se explora la dinámica de pareja de una forma poderosa. Las escenas están lideradas por Katherine Waterston y Danny McBride, erigiéndose este último como una de las bazas de la película.
Walter y David
Os aviso que entraré en algunos detalles de la trama para contextualizar ambos personajes y la propia interpretación de Fassbender, aunque intentaré no revelar demasiado.
El aspecto más fascinante de la película está protagonizado por la doble interpretación de Michael Fassbender. Walter y David son dos androides idénticos en imagen pero algo distintos en configuración. Mientras que David fue un modelo descatalogado por su excesivo parecido al ser humano a la hora de tratar emociones y decisiones, Walter es una versión implementada a los intereses humanos, no sólo en sus capacidades cognitivas y físicas, sino en sus limitaciones reflexivas y morales.

Los comportamientos de ambos androides son similares en apariencia, pero bajo ese rostro neutral y esa voz pausada se esconden matices que los diferencian de forma pronunciada. El triunfo de esta ambivalencia reside en la portentosa interpretación de Michael Fassbender, que domina dos cadencias distintas a base de pequeños detalles que introduce en cada personaje para mostrar sus diferencias de forma sutil aunque latente. Walter y David comparten una escena en concreto que me ha encantado por su simplicidad y por su capacidad para utilizar una conversación teóricamente trivial y revelar metáforas y mensajes sobre la identidad de ambos.
Sin embargo, es David el personaje que se acaba comiendo la película a bocados por su fascinante construcción y por su capacidad para desarbolar al resto de personajes con su verborrea y su pasión. David se ha convertido en el estandarte de esta nueva saga, y en el mayor regalo que nos ha proporcionado este díptico del que no sabemos si tendrá réplica en una futura entrega (los resultados en taquilla de Alien: Covenant son bastante decepcionantes).
Me gustaría añadir que Michael Fassbender me parece un intérprete impresionante desde Hunger y ha ratificado su talento en cintas como ‘Shame‘, ‘X-Men: First Class’ y ‘Steve Jobs‘, entre otras. Pero en esta película vemos una faceta más de Fassbender, un paso definitivo para erigirse como uno de los mejores intérpretes de su generación, seguido muy de cerca por otros monstruos de la talla de Jake Gyllenhaal y Tom Hardy (no incluyo a DiCaprio porque sus bagajes son muy distintos).
Tropezar con la misma piedra
Alien: Covenant tiene argumentos suficientes para alzarse como una cinta superior a Prometheus, pero cae en varios de los mismos problemas que posee su predecesora. Uno de ellos es la estupidez e inoperancia de la tripulación. Los personajes toman decisiones incoherentes en varios momentos de la historia, reaccionan de forma extraña a situaciones que sólo deberían tener una reacción posible, y parecen ser esclavos de un guion que les obliga a tropezar como si fueran meras herramientas para que la trama avance por los cauces marcados. Estas decisiones unidas a la poca empatía que proyectan los personajes generan una sensación de frialdad respecto a las bajas humanas y peligro constante al que se ven sometidos.
Además, y como ya mencioné al comienzo de la reseña, la película dedica dos tercios de cinta a focalizar su atención en el grupo y su investigación del planeta en el que han aterrizado, pero la película tiene la palabra ALIEN en su título, y no por casualidad. El tercio final de la película centra todos sus esfuerzos en mostrarnos el origen del auténtico xenomorfo tras juguetear con versiones inferiores en escenas previas. Hay una secuencia concreta que me convenció por su sencillez y elegancia, pero de nuevo debemos dar las gracias a David por su capacidad para alzar cada escena en la que se encuentra.
Ciertos “giros” del tercer acto son bastante predecibles y la cinta cierra de manera convencional, pero abre una puerta muy interesante con cierto personaje como eje central de la nueva entrega y múltiples opciones se abren en una posible (aunque cada día más lejana) secuela que pueda cerrar esta trilogía con cierta dignidad y enlazar con ‘Alien, El Octavo Pasajero‘ sin mancillar el buen nombre que el propio Ridley Scott otorgó a esta franquicia tan irregular como estimulante.
En definitiva, Alien: Covenant repite errores vistos en Prometheus, y gran parte de su reparto no aporta demasiado a esta película, pero transita una senda que a mí personalmente me ha funcionado, y deja cabos sueltos que podrían tener potencial en una futura entrega. Visualmente preciosa, para variar, con escenas no sólo rescatables sino también admirables, y con un genio como Fassbender aportando decencia a cada fotograma en el que aparece. Muy irregular, pero estimable.
Y esta ha sido mi última reseña de la saga Alien. Ha sido un auténtico placer repasar la saga con calma y analizando sus virtudes y defectos, y sólo espero que hayáis disfrutado su lectura la mitad de lo que yo he disfrutado escribiendo. Muy pronto, otro especial de una saga que tendrá nueva entrega este mismo verano.