
Las historias conmovedoras como la de ‘Un don excepcional‘ son el tipo de historias que por un motivo u otro alcanzan a todo el mundo, el drama es un género que satisface sin demasiado esfuerzo las exigencias del público general. Y esto ocurre en un grado todavía mayor en algunos casos concretos. Como por ejemplo aquellos en los que el foco del drama se encuentra en niños, personas enfermas o animales.
Un don excepcional, dirigida por Marc Webb (‘500 días juntos’), cuenta la historia de Mary, interpretada por Mckenna Grace, una niña superdotada con un don para las matemáticas. Fred (Chris Evans), su tío, se encarga de Mary, que no ha conocido a su madre. El conflicto de la película comienza cuando la abuela de la niña entra en escena. Las opiniones opuestas que ambos adultos tienen con respecto a cómo educar a Mary, el uno quiere que viva una infancia feliz, como la que tendría cualquier otro niño, la otra prefiere que explote al máximo su potencial académico, les llevará a una batalla judicial por la custodia de Mary. La fiebre «Kramer contra Kramer» parece haber vuelto con fuerza en 2017.
La interpretación de Mackenna Grace es lo más excepcional de esta película. Por su parte Chris Evans hace el papel de un hombre que se ha abandonado a si mismo y cambia el papel de superhéroe por el de tutor legal en apuros, solitario, abstraído y cuyo mayor miedo es no ser una buena figura paterna y no estar haciendo lo correcto para Mary. Es difícil no compadecerse de su personaje e identificarse con sus circunstancias. La película también cuenta con las actuaciones de Olivia Spencer (‘Criadas y señoras’, ‘Figuras ocultas‘) y Lindsay Duncan (‘Sherlock’)
Sorprendentemente en una película que no debería destacar por su fotografía cabe destacar una escena en concreto en la que una simple playa se asemeja mucho a lo que podría ser el paraíso. Y también la facilidad con la que a través de la imagen se transmite el optimismo y pesimismo que va concorde al argumento.
Pronto podremos añadir a Mary Adler a la lista de niñas excepcionales que conmovieron los corazones de los espectadores: Matilda, Madelaine, Pippy… La mayor diferencia entre ellas reside en que en los casos mencionados las películas que las respaldan acompañan la unicidad de sus protagonistas. En el caso de ‘Un don excepcional‘, se queda algo corta, los clichés en los que cae el filme le restan originalidad y fuerza al argumento y a las actuaciones que lo defienden. Consiguiendo que una película que podría ser especial se quede en el rango de ordinaria. Conmoverá y conseguirá que alguna lágrima resbale por las mejillas de quien la vea, pero es una reacción buscada mediante recursos fáciles y recurrentes.
Quizás si se hubiera tratado de conseguir ese mismo efecto a través de la propia historia, sin aditivos, el mensaje hubiera sido más fuerte y se hubiera obtenido un resultado más destacable, porque ¿cuál es el sentido de defender lo excepcional a través de lo corriente?.