En el capítulo anterior de orígenes del cine animado destacaba la importancia de la animación como un medio alternativo para contar historias desde una perspectiva surreal y con un punto de vista único y distinto al del cine convencional. Para seguir con la evolución de este entramado del cine que le otorga vida a objetos inanimados y a un conjunto de trazos, hay que seguir la pista de algunos cineastas.

Posterior a los primeros años de la animación (1900), se buscaba brindar de cierta estabilidad al cine animado, repetir un marco para los fondos de la animación y ahorrar el trabajo, tal como implementó Earl Hurd en 1915 al patentar el uso de hojas transparentes de celuloide.

Sin embargo, previo a Hurd, el canadiense Raoul Barré, reforzó los márgenes de la animación, brindándole cierta estabilidad a las imágenes durante las tomas de la cámara. En 1912, Barré fundaría su propio estudio y haría experimentos al filmar con la compañía Edison, consolidando proyectos tales como Animated Grouch Chasen, una serie de películas con un tema variable, en donde se incluyeron de dos a tres dibujos animados.

El mayor logro de Barré se remite al sistema slash, en el cual se colocaba el fondo encima del dibujo en sí, se hacía un agujero o se cortaba parte del fondo. Años después trabajaría con Pat Sullivan.

Aporte latinoamericano

Determinar cuál fue el primer cortometraje animado de la historia resulta una tarea ambigua y poco exacta, pese a ello algunos historiadores vinculan a Quirino Cristiani, un argentino que empezó a trabajar en el ámbito animado a los 19 años con Federico Valle. Quirino dibujaba caricaturas, del Valle le exigía un mayor grado de innovación al punto de no incluir imágenes fijas. Querían darle movimiento a los dibujos.

Sería hasta 1917 cuando Cristiani estrenaría la primera película animada: ‘El apóstol’, producido por Valle, el conflicto se enfocaba en presentar una sátira del presidente argentino Hipólito Yrigoyen. Estuvo integrado por 58 mil dibujos en 35 mm (14 cuadros por segundo), e incorporaba maquetas que simulaban el Congreso de la nación argentina, la Aduana de Buenos Aires, entre otros.

Sonido y propuestas alternativas

A pesar de que en la primera edición de este repaso histórico se mencionaron a los hermanos Fleischer, es necesario volver a nombrarlos dado que tuvieron un peso fundamental en la evolución del cine animado.

Max y Dave Fleischer aportaron desde sus espacios unas contribuciones específicas. En 1921 abrirían su estudio animado y no sería hasta 1924 cuando producirían una serie de cortos animados donde combinaban el sonido con la imagen. Sus experimentos incorporaron híbridos interesantes para la época al punto de incluir cortos con las letras de las canciones como si fuera un karaoke.

My Old Kentucky Home fue el primer cortometraje animado sonoro, aunque tiende a abrirse un debate en torno a ello frente a la aparición de Steamboy Mickey en 1928. Los hermanos continuarían trabajando con proyectos animados tales como la serie Screen Songs, donde musicalizaban cortos con música de Jazz.

Alterno a los aportes que se producían en Norteamérica y Reino Unido, Vladislav Starévich fue un entomólogo y cineasta audidacta ruso que contribuyó con unas producciones fuera de lo común para la época. Starévich comenzó en un principio con stop-motion al querer dejar un registro de los apareamientos del escarabajo-ciervo, su primer intento en este campo fue Lucarus Cervus, dedicado al mundo de las fábulas.

Starévich fue el primer animador de cine animado ruso de marionetas, e incluso tenía una marca personal bastante característica: hacía animaciones usando animales muertos. Entre su repertorio destaca The Beautiful Leukanida, donde inmortalizaban a Agamenon y Grasshopper and the Ant.

Por último, pero no menos importante es necesario mencionar a John Raldolph Bray, un ilustrador que modificó la perspectiva de los marcos de la animación al imprimir los escenarios en distintas hojas y dejar un espacio para el centro que cambiaría. Su primer proyecto fue The Artist Dream. Fundó el estudio Bray, responsable de realizar la primera producción a color en los Estados Unidos en 1920.

Sin duda, el trecho de la animación abarca grandes transiciones y aportes, donde se cambia no sólo el enfoque de las historias sino la concepción en torno a estos filmes. Con esto terminaríamos la segunda parte del recorrido, no sin antes advertir que el próximo desembarco abarcaría a Walt Disney, influencias y posterior evolución.

Nos vemos en la próxima.

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