‘La hora del cambio’ es una sátira llena de tópicos italianos. Dirigida e interpretada por el dúo de cómicos sicilianos Ficarra y Picone, la película habla sobre la corrupción de los políticos y la responsabilidad indirecta de los votantes. Un argumento que da pie a la burla, la exageración y la crítica de la que hace gala la cinta.

Pietrammare es un pueblo siciliano donde sus ciudadanos están hartos de la desidia en la gestión municipal y el clientelismo de su alcalde. Cuando el último escándalo de corrupción salta a los medios, los ciudadanos estallan pidiendo un cambio. ‘La hora del cambio’ llega con un nuevo alcalde dispuesto a cumplir con cada punto de su programa político. Pero después de tantos años de anarquía, ¿el pueblo está preparado para cumplir con la ley?

Vincenzo Amato en La hora del cambio
Vincenzo Amato en «La hora del cambio». Fuente: Vértice Cine

Pietrammare es un pueblo ficticio que nace de la imaginación de Ficarra y Picone. Termini Imerese es el nombre real de ese pequeño rincón costero tan bello de Palermo, que antes de que llegara el equipo de rodaje estaba sumido en una crisis. Apenas un par de meses antes del inicio del rodaje su alcalde dimitió. Le habían acusado de malversación, estafa agravada, falsificación y abuso de poder. Una casualidad que pone en evidencia la necesidad de trabajos artísticos de denuncia como este.

Ficarra y Picone no solo dirigen la película a cuatro manos, sino que también se reservan dos papeles protagónicos: los cuñados del nuevo alcalde. Como cabe esperar en una cinta de este tipo, los cuñadísimos son exagerados en su actitud y totalmente antagónicos. Mientras uno es el gañán, el otro es el bonachón. Dúo cómico desde hace casi 20 años ha cosechado un gran éxito en la televisión italiana y en taquilla con cinco películas ya en su haber.

Se agradecen películas como ‘La hora del cambio’ que toca temas tan crudos como la corrupción desde otro punto de vista. Incluso aplaudimos que ponga en evidencia a los propios votantes que en ocasiones incluso propician y alientan de algún modo las corruptelas. Sin embargo, resulta un tanto histriónica y con un absurdo facilón.  Incluso juega demasiado con la idiosincrasia siciliana corriendo peligro de no conectar con todos los públicos. Dudo por ello que estemos ante la comedia del verano como sucediera con títulos franceses como ‘La familia Belier’.

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