
El Día Internacional de la Acción contra el Sida se conmemora el 1 de diciembre de cada año, y se dedica a dar a conocer los avances contra la pandemia de VIH/sida causada por la extensión de la infección del VIH. Según ONUSIDA, el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/sida, desde que se declararon los primeros casos de VIH hace más de 35 años, 78 millones de personas han contraído el VIH y 35 millones han muerto por enfermedades relacionadas con el sida. Hoy más que nunca hay que recordar la película francesa ‘120 pulsaciones por minuto‘, el mayor homenaje cinematográfico actual a todos aquellos que sufrieron y sufren la devastadora enfermedad.
La cinta dirigida por Robin Campillo ganó el Gran Premio del Jurado en la última edición del festival de Cannes. Encuadrada en principios de los años noventa, en pleno auge de la epidemia del sida, rememora al grupo militante ‘Act Up’. Grupo asociativo que irrumpe en la vida pública de manera abrupta para intentar conseguir que las autoridades políticas adopten más medidas de prevención, faciliten el acceso a los medicamentos en fase de pruebas y en definitiva, lograr la concienciación de una ignorante sociedad sobre la enfermedad que los está matando.
Pese a ser un película con claro carácter militante, no se limita a una simple representación documental de la lucha, tampoco a un simple retrato de grupo. El relato discurre constantemente entre la dimensión colectiva, que soporta la contienda social, y la individual que se adentra, con toda su crudeza, en la devastación física que la falta de tratamiento producía en los enfermos y en la relación intensa y apasionada de dos militantes.
Sin tapujos mojigatos, un ritmo frenético, magníficas interpretaciones y técnicamente muy bien realizada, ‘120 pulsaciones por minuto‘ es sin lugar a dudas un magnífico retrato de las víctimas de la ignorancia y la hipocresía política que se ven obligados a defender sus derechos. Difícil no emocionarse viendo una película tan llena de compromiso, valentía y amor. El mejor ejemplo de cine social que podríamos recomendar tal día como hoy.
Sobre Act-up París
Act-up París fue creado el 26 de Junio de 1989 aprovechando la marcha del orgullo gay que se celebraba y en la que 15 activistas representaron el primer ”die-in”, protesta consistente en simular cuerpos muertos sobre la calzada.
En sus camisetas se podía ver el lema: “Silence=Death” (Silencio=Muerte) y el triángulo rosa- distintivo impuesto sobre los hombres homosexuales deportados en la Segunda Guerra Mundial, aunque dado la vuelta con el punto hacia arriba- que expresaba su determinación a imponer una dura oposición a la epidemia que acabó con la vida de miles de homosexuales. En ese momento Act-Up París nació, replicando el modelo de su homónimo Act-up New York, fundado en 1987.
Los orígenes del Act-up surgen del resentimiento hacia el establishments médico, político y religioso cuya pasividad y prejuicios fueron y continúan siendo la fuente de este desastre humano. La misma ira es la que conduce a aquellos quienes fueron obligados a luchar contra el silencio y hacerse así mismos visibles. Por tanto, el punto era hacer a los enfermos visibles, hacer la enfermedad visible y no permitir más que las instituciones decidieran su destino.
Esto es Act Up-Paris: No más figuras borrosas, no más testimonios anónimos, no más representaciones desencarnadas. Como el Act-up New York, el Act Up-Paris aglutina a todas aquellas voces de los afectados por el VIH positivo, usando una poderosa cultura visual, utilizando eslóganes precisos e imágenes simbólicas en eventos con gran difusión.