
‘Los archivos del Pentágono‘, la nueva película de Steven Spielberg, narra los sucesos reales que tuvieron lugar en los años 70 cuando un periodista tuvo acceso a informes clasificados del gobierno de los Estados Unidos que evidenciaban que durante más de cuatro décadas y cuatro presidencias se le había ocultado información importante a la población, y en esa época, concretamente, sobre la Guerra de Vietnam. En el momento en que esos documentos llegaron a manos de la prensa, se inició una guerra entre los periódicos y el gobierno, que quería privar a las redacciones de su libertad de expresión. La película, por otra parte, supone el primer acercamiento cinematográfico al periodismo por parte de Spielberg, quien se maneja una vez más con solvencia y estilo.
Muchas veces voy al cine los sábados, es decir, el día después del estreno de muchas películas. En la sala siempre hay poca gente. Es por ello que llamó mi atención que ayer, cuando fui a ver ‘Los archivos del Pentágono‘, había mucha gente en la sala. Es síntoma de que Steven Spielberg tiene un legado de seguidores que confían en él en cada nuevo proyecto que aborda. Y no es para menos ya que el director de Cincinnati ha sabido renovarse y adaptarse a los nuevos tiempos a través de sus más de 50 años de carrera, algo que muy pocos pueden decir.
Bajo la historia que se narra de unos periodistas que tienen en sus manos la oportunidad de hacer llegar la verdad al pueblo sobre la Guerra de Vietnam, conflicto que lleva años asolando al pueblo estadounidense, se nos muestra una reflexión sobre la hipocresía de los gobernantes y altos poderes, la libertad de expresión, y sobre todo, del periodismo como un gran arma para combatir la opresión y las mentiras bajo las que se encuentra una sociedad, aunque también del terror al que ésta se sometería de no hacer un buen ejercicio de este medio.
Mediante el personaje de Katherine Graham, la primera mujer editora de The Washington Post, interpretada por una sensacional Meryl Streep, quedan reflejadas las diferencias entre lo que suponía ser mujer y ser hombre por aquel entonces. El contraste que hay en las escenas en las que Graham se encuentra en un espacio donde es la única mujer rodeada de hombres subraya esta crítica al machismo de la sociedad. No creo que sea algo que diste demasiado de nuestra época. De hecho, muchas veces estas diferencias se ejemplifican mediante el vestuario. A través de ella, también, contemplamos sus dudas acerca del peso de los legados familiares, y de la importancia que tiene la familia para nosotros y de cómo eso nos condiciona a la hora de tomar decisiones importantes en nuestra vida.
El resto del reparto integrado por Tom Hanks, Carrie Coon, o Bob Odenkirk, entre otros, está brillante. El director de ‘El puente de los espías‘ (2015) sigue teniendo muchas ganas de contar historias, siendo un maestro a la hora de narrarlas, y eso se nota. El único problema que puedo ponerle al elenco es lo desaprovechada que está Sarah Paulson, cuyo papel queda relegado al de esposa de Tom Hanks, pudiendo haber explotado mucho mejor el personaje.
Mientras que una gran parte de las películas estadounidenses utilizan el humor de una manera pésima y excesiva, en ‘Los archivos del Pentágono’ está bien colocado y ejecutado. De hecho, el running gag de la limonada es glorioso.
Por su parte, la planificación de la película no deja de sorprender. Spielberg hace un uso ejemplar del manejo de la cámara, sobre todo en espacios como la redacción de The Washington Post, mediante travellings que recorren el espacio con total libertad. Además, los movimientos circulares que ayudan a intensificar la tensión en ciertos momentos son magistrales. La película utiliza su plano técnico para remarcar lo que cuenta, no en vano, si el presidente Richard Nixon sale de espaldas en todas las escenas en las que aparece es porque, literalmente, está dando las espaldas al pueblo americano.
‘Los archivos del Pentágono‘ es una de las grandes películas de Steven Spielberg que quedará en la memoria de cada uno de sus seguidores. Es muy satisfactorio ver cómo uno de los maestros del cine contemporáneo nos regala cada poco tiempo una película en la que están muy presentes sus deseos de seguir haciendo cine y contar historias. Esperemos que siga siendo así durante mucho tiempo más.