Perfectos Desconocidos‘ es un producto extraño en el mejor sentido del término; para empezar, es la cuarta película en la carrera de su director, Álex de la Iglesia, en la que no ha participado en la escritura del guion, y la segunda basada en un material ajeno, ya que es un remake de ‘Perfetti sconosciuti’ (2016), de Paolo Genovese (la primera fue ‘Los crímenes de Oxford’, adaptación de la novela homónima de Guillermino Martínez). Y resulta curioso que, manejando una idea que no es suya, con su precedente original tan cercano, De la Iglesia haya ofrecido uno de sus trabajos recientes más interesantes, rompiendo una racha de malas críticas que duraba ya unos años.

Cuando el teléfono móvil es el enemigo

La premisa de ‘Perfectos Desconocidos’ es bastante simple. Unos amigos quedan para cenar, charlar, y pasar un buen rato juntos. En la reunión están representados varios estereotipos de relaciones; los anfitriones, típicos cuarentones que deben de lidiar con una hija adolescente (Belén Rueda, Eduard Fernández); unos recién casados (Dafne Fernández, Eduardo Noriega); un matrimonio que hace aguas por ambos lados (Ernesto Alterio, Juana Acosta); y habría que añadir a Pepón Nieto, que no pudo traer a su pareja. Todos ellos se ven envueltos en el aparentemente inofensivo juego de dejar los móviles en la mesa, y enterarse de cualquier mensaje o llamada de voz que recibiesen a lo largo de la cena.

Perfectos desconocidos dirigida por Álex de la Iglesia
Dafne Fernández y Eduardo Noriega en «Perfectos Desconocidos» dirigida por Álex de la Iglesia.

Si alguien pudiese temer que el hecho de que la película fuese un remake podría reducir la impronta personal de De la Iglesia, que sepa que no tiene nada de qué temer. La tragicomedia es igual de ácida, la mala leche abunda, hay momentos tanto para reírse a carcajadas, como para emocionarse o sorprenderse, sin olvidarnos de un comentario sobre el impacto de la tecnología móvil en la intimidad, y si es posible tener secretos en una época donde compartimos todo por WhatsApp y las redes sociales. Hasta tenemos sitio para cierto elemento «sobrenatural», de una importancia relativa e inesperada para la trama.

Un reparto de perfectos conocidos

El punto fuerte de la película es el reparto coral; la gran baza en los proyectos anteriores del director, como ‘Mi gran noche’, ‘El bar’, o ‘Las brujas de Zugarramurdi’, alcanza aquí su máxima capacidad gracias a la que presuponemos es una excelente dirección de actores. Todos están magníficos en sus roles, y hay espacio para que cada uno «brille» a su manera. Sus interacciones como personajes, sus conflictos, revelaciones y desarrollos dictan el compás al que se mueve la trama, de ahí la importancia que tienen para el éxito final de la película.

Sin alcanzar la frescura, originalidad ni calidad de sus trabajos más destacables, Álex de la Iglesia lleva a los cines un filme más que correcto, divertido y gamberro, apoyado por un muy buen trabajo por parte del reparto. Ojalá sea el preludio de nuevos y mejores proyectos del director vasco.

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