
Este artículo contiene spoilers de la película
Hace ya unos días que abandoné la sala en la que vi la nueva película del director italiano Luca Guadagnino, ‘Call me by your name‘. Sin embargo, sus imágenes no me han abandonado; perduran en mi memoria. Los primeros escarceos del amor, el despertar sensual y sexual, y el dolor por la ausencia de alguien a quien quieres es algo que todos hemos experimentado. Por ello es imposible no sufrir viendo a Elio Perlman (Timothée Chamalet) en ese devastador plano fijo que clausura uno de los acercamientos más naturales que el cine reciente ha dedicado a la primera relación que marca nuestras vidas.
La película está llena de momentos inolvidables, pero me gustaría hablar de los que más me han impactado: La escapada a las montañas, los bailes en las noches de verano, la conversación entre Elio y su padre (Michael Stuhlbarg), y las lágrimas al calor de la chimenea.
Escapada a las montañas
Bajo el tema musical ‘Mystery of love’ y un travelling que hace temblar el encuadre mientras que nos sumergimos en la naturaleza del espacio, da comienzo una escena que rebosa hermosura a cada una de sus imágenes. A través de suaves panorámicas que recorren la montaña observamos a Elio y a Oliver (Armie Hammer) felices, gritando sus nombres, inconscientes del mundo de su alrededor, sintiéndose libres, fundiéndose con la naturaleza espiritual y cinematográficamente a través de un encadenado.
Pero el espectador sabe, aunque los protagonistas lo hayan olvidado por un momento, que esos días son los últimos que van a pasar juntos. De hecho, la luz azulada que entra por la ventana de la habitación donde se hospedan evoca la tristeza y soledad que, en el fondo de sus corazones, sienten Elio y Oliver. Es uno de los pocos momentos de ‘Call me by your name‘ donde predominan los colores fríos y, sin duda, tiene todo su significado.
Los bailes en las noches de verano
Una noche, durante su estancia en Bérgamo, los dos chicos se emborrachan a la vez que recorren las calles italianas a la luz de luna. Mientras que se miran con pasión el uno al otro, se escucha, a lo lejos, una canción que tanto a Oliver como a nosotros nos resulta familiar. En ese momento nos acordamos de la fiesta en el pueblo donde escuchamos la melodía por primera vez, y, en definitiva, una de las escenas donde el amor entre ambos empieza a florecer a través de la mirada pulsional de Elio.

Que suene la misma composición en dos momentos diferentes de ‘Call me by your name’ nos hace replantearnos cómo han cambiado las cosas de un instante a otro. La música se articula como un elemento evocador de los recuerdos porque ¿cuántas canciones nos han transportado al pasado? ¿Cuántas de ellas nos hacen recordar momentos importantes de nuestras vidas? Guadagnino implica aquí al espectador emocionalmente a través del plano sonoro, como también lo hará en el plano final del filme donde ‘Visions of gideon’ contribuye a enfatizar la desoladora tristeza del encuadre.
El monólogo de Call Me By Your Name
Después del viaje a Bérgamo, Elio, devastado, llama a su madre para que venga a recogerle en coche sin poder contener las lágrimas durante el trayecto. Cuando se reencuentra con su padre, el Sr. Perlman, mantienen una de las conversaciones más potentes que el cine reciente nos ha regalado. Su padre, consciente de la aventura amorosa de su hijo, intenta convencerlo de que, aunque sienta dolor, no elimine los recuerdos que tiene, que se quede con esos momentos de felicidad por los que ahora está pasando un mal trago. Al intentar apartar de nuestra memoria esas vivencias que ahora se tornan sufrimiento, las personas se van desgastando anímicamente, cada vez tienen menos esperanzas en las relaciones de pareja, haciendo que su vida sentimental se quiebre a una edad muy temprana.

Una de las cosas que más llama la atención de la escena es su aparente sencillez debido a que solamente está conformada por un plano frontal de Elio y el Sr. Perlman y la clásica yuxtaposición de planos y contraplanos. La fuerza del momento reside tanto en los diálogos que firma el guion de James Ivory y la brillante interpretación de Timothée Chalamet, pero, sobre todo, la de Michael Stuhlbarg.
Lágrimas al calor de la chimenea
Un doloroso primer plano clausura ‘Call me by your name’. Elio llora después de haber hablado por teléfono con Oliver, quien se casará en unos meses con una mujer a la que ha conocido. El reflejo naranja del fuego de la chimenea ilumina su rostro, siendo la única fuente de luz cálida que logra inmiscuirse en el plano. Esto es algo por lo que todos hemos pasado; después de recuperarnos de una ruptura nos volvemos a encontrar con esa persona que tanto supuso para nosotros (en este caso telefónicamente) y el mundo se nos viene encima. Durante toda la película, las imágenes intentaban que nos pusiéramos en la piel de Elio, viendo lo que él ve, sintiendo lo que él siente, experimentando lo que él experimenta, pero es en este último encuadre cuando esa conexión se consuma por completo, y no podemos evitar sentir el dolor que siente su protagonista, porque nosotros también lo hemos vivido, nosotros ya hemos estado allí.

Por ello, ‘Call me by your name’ permanecerá con cada uno de nosotros durante mucho tiempo, porque a través de sus imágenes es capaz de evocar sentimientos que estaban escondidos en nuestro interior, sentimientos que dejaron y siguen dejando una fuerte impresión en nosotros, quienes somos incapaces de movernos durante los cuatro minutos de duración de ese plano fijo donde Elio llora desconsoladamente. Antes del fundido a negro, el chico esboza una ligera sonrisa. ¿Habrá recordado las palabras de su padre y estará evocando los recuerdos más felices de su relación con Oliver? Quién sabe.
¡No puedo opinar de películas que todavía no vi!