
‘Ready Player One‘ es hija de su tiempo. Un tiempo dominado por la tecnología, por el auge de las pantallas. Un tiempo que comienza a regirse por las relaciones virtuales. En un mundo habitado por miles de personas que se relacionan a través de un teléfono. Resulta innegable que el mundo comienza a adquirir un rumbo de firme dirección regido por el monopolio absoluto de las redes sociales, los videojuegos y la comunicación a través de medios que, hace unos años, quizá ni habríamos imaginado. Pero también es hija de uno de los directores más influyentes de la historia del cine. Aquél que nos hizo mirar hacia el cielo buscando un hogar, temer los terrores que puede esconder el océano o sobrecogernos con una niña que recorre las calles con un abrigo rojo.
Y, de nuevo, Steven Spielberg vuelve a demostrar el porqué de su leyenda. Haciéndonos viajar al inabarcable mundo de Oasis. Un lugar ficticio en el que cualquier persona puede ser quien quiera ser. Un mágico terreno en el que no existen los límites, donde cada uno puede construir sus propios sueños e intentar ser quien realmente desearía ser en el mundo real.
Hablamos de un viaje que conlleva volver a soñar como lo hicimos cuando éramos niños y nos deleitábamos viendo ‘E.T’, ‘Parque Jurásico’, ‘Regreso al Futuro‘ o ‘Los Goonies’. Pues ‘Ready Player One’ no solo es una espectacular y mágica amalgama de metáforas sobre las relaciones humanas, sino también un precioso terreno de juego en el que se suceden continuamente homenajes al propio cine que harán las delicias de cualquier espectador.
En el plano técnico hablamos de uno de los mayores espectáculos visuales que se han contemplado en tiempo, pues es inimaginable el conjunto de elementos que interaccionan en la pantalla, invitando a nuestra imaginación a dar rienda suelta y a dejar la adrenalina en caída libre en cada una de las secuencias que se dan lugar en Oasis. Y, en cuanto al conjunto, hablamos de una cinta que invita a reflexionar. A realizar una introspectiva en líneas generales sobre el camino que seguimos los seres humanos y qué futuro queremos tener el día de mañana. Y también nos invita a soñar, a ilusionarnos y a saltar, aunque no sepamos qué ocurrirá después de hacerlo.
En definitiva, ‘Ready Player One‘ no solo es una película sensacional, sino que tiene el poder de tejer en el espectador una preciosa simbiosis entre la reflexión y el absoluto disfrute de una película tan colosal a nivel visual. Y eso es algo que está al alcance de pocos directores, por ello seguimos admirando a Steven Spielberg. Pero, sobre todo y en este caso, lo hacemos agradeciendo el retorno nostálgico a aquélla infancia en la que soñábamos despiertos con películas así. Y solo de nosotros depende qué mundo construir a partir de ahora y de qué forma seguir relacionándonos.