
Tras el impresionante éxito de Los Vengadores, la Fase 2 del MCU daba comienzo con ‘Iron Man 3‘, la tercera entrega de Iron Man, estandarte de este universo cinematográfico. Shane Black se encargaría de la dirección de la película, reuniéndose con Robert Downey Jr. tras la maravillosa ‘Kiss Kiss Bang Bang’. Y el acercamiento de esta película al personaje de Tony Stark es cuanto menos singular y refrescante.
Secuelas de una guerra
Si bien la primera película de esta saga individual trataba los orígenes del personaje y la construcción del héroe y su secuela buscaba mostrarnos a un Tony anárquico y fuera de control, ‘Iron Man 3’ intenta profundizar en la parte emocional del personaje. Tras los eventos de la batalla de Nueva York, Tony sufre ataques de ansiedad y flashes del citado día, dejando en evidencia que dichos eventos dejaron una huella indeleble en su vida. Al fin y al cabo, Stark es un ser humano; frágil, mortal. Su tecnología, dinero e intelecto le permiten construir armaduras que suplen sus limitaciones y sirven para llevar a cabo su despertar moral. Sin embargo, dioses, monstruos y razas alienígenas aparecen de la nada en nuestro planeta y en el fragor de la batalla no hay tiempo material para asimilar la existencia de cosas que escapan a nuestro entendimiento y destruyen nuestras preconcepciones. Esta película intenta mostrarnos el proceso interno de una persona que vive un evento sobrenatural que casi acaba con su vida, y la sensación primaria es el miedo. Miedo a la aparición de nuevas amenazas, miedo a la pérdida de seres queridos (Pepper, Happy) y miedo a su propia mortalidad. Es un filme que lidia con temas realmente interesantes y poco explorados en una cinta de estas características.
Por otra parte, la película también quiere contarnos que los errores del pasado pueden volver para atormentarte. El Tony Stark de 1999 es muy distinto al de 2013, y en ese periodo Tony afectó numerosas vidas, para bien y para mal, sin percatarse de ello siquiera. Su desinterés por empatizar con los demás le ha creado demonios con sed de venganza, probando nuevamente que su personalidad pasada era errónea y peligrosa a largo plazo. Me resulta estimulante que este filme no haya caído en lugares comunes y realmente se interese por llevar al personaje principal al límite a través de las personas que conforman su vida, sus experiencias pasadas y su estado emocional. Tony se ve atacado por distintos frentes, todos ellos causando gran impacto en su vida y acentuando su trastorno por estrés postraumático, demostrando que no son necesarias amenazas a gran escala para que la urgencia dramática de una historia funcione y tenga calado en el protagonista.
Héroe sin armadura
Uno de los aspectos que más me sorprende de ‘Iron Man 3’ es el poco tiempo que dedica a mostrarnos a Iron Man en pantalla. Tony Stark es protagonista absoluto de la historia y la armadura sólo hace acto de presencia en momentos puntuales y en las pertinentes secuencias de acción de la película. Shane Black quiere profundizar en el héroe despojándole de todo aquello que le definía y concentrándose únicamente en su viaje emocional. Happy se encuentra en coma, Pepper ha estado al borde de la muerte tras el ataque del Mandarín, explosiones de carácter sospechoso comienzan a reproducirse y Tony intenta devolver el equilibrio a su vida mientras lucha contra ataques de ansiedad cada vez más continuados. La película se siente más pequeña e intimista que el resto durante gran parte del metraje porque su objetivo es darle una dimensión más constreñida a la historia. Por momentos llegas a olvidar que estás ante un filme de superhéroes porque su director apuesta por un acercamiento terrenal.

Una sección del filme se desarrolla en un pequeño pueblo de Tennessee y nos presenta a un chaval que servirá como informador de eventos acontecidos en dicho pueblo, pero también como un reflejo del propio Tony. Un chico joven, inocente y entusiasta que disfruta construyendo artefactos y al que le mueve un sentimiento de curiosidad constante. Me gusta esta parte del filme porque Tony está en una posición vulnerable y su relación con el niño no sólo nos muestra su humanidad y capacidad para conectar con la gente, sino como recuerdo al propio Tony de su juventud e inocencia, de una época en la que los aliens eran ciencia ficción y las preocupaciones eran menores.
Por supuesto, aunque la película posea un tono más introspectivo que las anteriores, la comedia sigue siendo una de sus señas de identidad, y Shane Black es capaz de mostrar pinceladas de su sensibilidad cómica en esta película sin que se sienta distinta del resto. Tony Stark sigue siendo incisivo en sus comentarios y verborrea, pero se apuesta por gags más físicos mediante el uso de objetos y la propia armadura de Tony. Happy Hogan es el alivio cómico de esta saga individual y en este filme se mantiene, aunque también le han dado mayor cancha en el plano dramático (más circunstancial que otra cosa, eso sí). Hay otro personaje más que sorprende por su vis cómica, y resulta tan inesperado que funciona de manera espléndida e hilarante, por eso merece un apartado propio.
Villanos e identidades
‘Iron Man 3‘ posee dos villanos principales. Por un lado, el Mandarín, interpretado por Ben Kingsley. Por otro, Aldrich Killian (Guy Pearce). Killian forma parte del pasado de Tony Stark, y vuelve a su vida con la intención de utilizarle para perfeccionar su fórmula de Extremis. Pearce interpreta con mucha elegancia y carisma a un villano ciertamente tópico pero posee suficientes características distintivas para permanecer en la memoria. Vemos a un Killian ansioso, torpe y con problemas físicos al inicio del filme y observamos su transformación en su escena junto a Pepper Potts. Su breve encuentro con Tony en 1999 cambió su vida y su ambición se disparó. Funciona como recuerdo del Tony pasado y su influencia en aquellos con los que ha compartido momentos a lo largo de su vida. Killian no pasará a la historia como un gran villano del MCU, pero sí le considero un villano digno especialmente por el trabajo de Pearce.

El Mandarín merece un párrafo propio. Aviso a navegantes: lo que ocurre con este personaje es un SPOILER importante, así que espero y deseo que hayáis visto la película antes de leer estas líneas. Dicho esto, entremos en materia. El Mandarín es un villano de los cómics de Iron Man bastante conocido, aunque en la película apuestan por un acercamiento distinto tanto en su versión inicial como en la revelación del tercer acto. Dicho personaje es presentado como un terrorista que utiliza los atentados con bombas como forma de enviar mensajes a políticos y países. Nada nuevo bajo el sol.
Sin embargo, el as en la manga de ‘Iron Man 3’ es desvelado en su tercio final, cuando conocemos la verdadera identidad del Mandarín: Trevor Slattery, actor. Se trata de uno de los movimientos más arriesgados de todo el universo cinematográfico Marvel, no sólo por subvertir las expectativas del espectador respecto al personaje, sino por utilizar la imagen de un villano icónico de los cómics y convertirlo en una fachada mediante la cual Aldrich Killian maneja los hilos a su antojo. Es una decisión valiente y a muchos no le gustó, pero a mí personalmente me pareció todo un acierto y una sorpresa maravillosa. Ben Kingsley se divierte como un niño en un rol doble con dos personalidades opuestas. Por un lado, la intensidad y sensación de amenaza que transmite el Mandarín. Por otro, el patetismo y la actitud inofensiva que proyecta Trevor. El encuentro entre Tony y Trevor es una de las mejores escenas de la película y uno de los momentos más sorprendentes de todo el MCU. Kingsley realiza un trabajo fantástico y nos regala un personaje hilarante.
Quiero terminar la reseña hablando de la identidad de Tony Stark. Tony se siente algo perdido tras los eventos de Nueva York, y durante el proceso en el que intenta asimilar los acontecimientos ocurridos y salvar el día una vez más, observamos que Tony consigue reflexionar sobre sí mismo y conocerse mejor. Por eso una de las decisiones finales que toma son un fiel reflejo del viaje que ha vivido desde la primera película. Tony decide destruir todas sus armaduras porque son éstas las que han provocado fracturas en su relación con Pepper y han puesto en peligro su vida y la de aquellos a los que quiere. Su incapacidad para conciliar el sueño le sumió en una obsesión por mantenerse ocupado y las decenas de armaduras construidas eran una forma de expresar su conflicto interno.
Además, Tony decide someterse a una operación que pondrá fin al mini reactor que ocupaba el centro de su pecho y que le mantenía con vida. Al eliminar los fragmentos de explosivo que se mantenían en su cuerpo desde hace años, no sólo es capaz de sentirse más vivo que nunca, sino que puede asumir su identidad real sin reservas y de forma clara: pueden eliminar sus armaduras y juguetes, pero él es Iron Man. Y no necesita de las armaduras para abrazar y entender su verdadera personalidad. Es un mensaje que le transmite a Peter Parker en ‘Spiderman: Homecoming‘: «Si no eres nadie sin tu traje, entonces no mereces tenerlo.» Creo que es un cierre perfecto al arco del personaje a nivel individual.
‘Iron Man 3’ triunfa porque no cae en los errores de su predecesora y no tiene miedo a concentrar su atención en Tony Stark por encima de Iron Man. Es una cinta reflexiva, divertida y se siente muy cómoda alejada de los fuegos artificiales. Cuando éstos aparecen cumple con nota (el rescate en pleno aire), pero el viaje de Tony es interesante porque ahonda en él como persona, y Robert Downey Jr. realiza una de sus mejores interpretaciones en el MCU. Muchos la olvidan o ignoran porque no supuso un impacto global en el Universo Cinematográfico de Marvel. Yo la rescato y aplaudo por humanizar a Tony Stark, y por no caer en los errores más comunes de las secuelas.