
‘El Soldado de Invierno’ es la segunda entrega de la saga protagonizada por el Capitán América tras la extraordinaria El Primer Vengador, y si bien ambos filmes comparten ciertos paralelismos, el tono y estilo de dichas películas difieren por completo. Joe y Anthony Russo son los directores de esta secuela y su fichaje fue toda una sorpresa ya que su experiencia se limitaba a varias comedias (Tú, Yo y Ahora…Dupree) y series de televisión (Community, Arrested Development). Muchos pensamos que el fichaje de los hermanos Russo era una auténtica lotería, y alucinamos cuando nos sentamos en la butaca y comprobamos que tenían el boleto ganador; porque ‘Capitán América: El soldado de invierno‘ es una de las mejores películas del MCU.
«Por tu izquierda»
La primera secuencia de la película nos presenta el encuentro entre Sam Wilson (Anthony Mackie) y Steve Rogers (Chris Evans), y cómo su interacción da pie a una de las amistades más leales y fieles de todo el MCU. Sam comparte numerosas similitudes con Steve: ambos han sido soldados marcados por la pérdida de un compañero en la guerra y ahora son incapaces de seguir órdenes con la misma comodidad que antaño. Tanto Sam como Steve desean tener la libertad de hacer lo correcto sin rendir cuentas a un superior que limite su labor o aproveche sus habilidades para su agenda personal. Es una forma sencilla y directa de conectarlos y comprender su vínculo desde el primer instante. Además, en esta misma escena hay tres comentarios que luego tendrán un papel o referencia en la película para dar una sensación de narrativa circular y enriquecer su primer encuentro.
«Por tu izquierda» es la frase que Steve repite a Sam cada vez que le adelanta en sus carrera matutina. Esa misma frase será repetida cuando Steve se encuentra en el hospital y despierta a la izquierda de Sam, quien lo acompaña en su habitación. La segunda referencia proviene del propio Sam, quien recomienda a Steve ‘Trouble Man‘, álbum de Marvin Gaye publicado en 1972 y cuya canción del mismo título aparece hacia el final de la cinta en un montaje musical que establece el cierre de los arcos de varios personajes. Por último, en la citada conversación, Sam invita a Steve a su lugar de trabajo, donde ayuda a soldados con PTSD y secuelas de la guerra; Steve acudirá a dicho lugar poco tiempo después y verá en el rostro de otros cómo la guerra te transforma y puede dejarte secuelas de por vida. A cierto nivel, Steve les comprende porque él ha vivido una experiencia similar y esa parte de su vida le acompañará para siempre, especialmente debido a la pérdida de Bucky Barnes (Sebastian Stan), su mejor amigo.
Estos detalles que se recuperan a lo largo del filme para matizar secuencias, ahondar en personajes o simplemente hacer un guiño a eventos anteriores son los que enriquecen una historia y permite disfrutar de los revisionados con mayor satisfacción. Pero sobre todo, dichos detalles demuestran el trabajo que hay detrás del guion a la hora de contar una historia donde el azar no tiene cabida y el mimo por los aspectos más nimios es absoluto.
Tras la conversación entre Sam y Steve, este último se dirige a una misión de rescate de rehenes en un barco que pertenece a SHIELD. Esta secuencia de acción es la primera demostración por parte de los hermanos Russo de su estilo como cineastas y de su personal acercamiento al personaje. El uso de la cámara en mano es casi omnipresente, el montaje es ágil, hay numerosos cortes entre planos y existe una fuerza especial en las luchas cuerpo a cuerpo, ya que las coreografías son complejas y rápidas. Precisamente por estos factores, quiero destacar el montaje de la cinta porque un estilo de dirección de estas características requiere de un dominio absoluto del espacio y la geografía de las escenas, no sólo en las transiciones entre planos sino entre los propios movimientos de los personajes. Hay una fluidez que rebosa naturalidad y en ningún momento nos paramos a pensar cuántas tomas se necesitaron para construir dicha escena, porque parece una toma realizada desde distintos ángulos en la mayoría de ocasiones.

Por otra parte, esta primera secuencia de acción sirve para reinventar las habilidades de Steve en combate. Si bien en la primera entrega Steve era un gran luchador cuerpo a cuerpo y hacía uso del escudo en varias ocasiones para defender y atacar, en esta secuela su repertorio es mucho más variado y la fuerza de sus golpes se siente más violenta que nunca. Los villanos salen volando por los aires con cada golpe de Steve y el escudo toma mayor protagonismo al ser utilizado más a menudo en la ofensiva del Capitán. Los hermanos Russo, así como Christopher Markus y Stephen McFeely (guionistas del filme) han redefinido y desarrollado la figura del Capitán América, no sólo para adaptarla al periodo actual, sino para otorgarle mayor entidad física al encontrarse rodeado de dioses, monstruos y millonarios en armadura cuando se unen en las cintas de los Vengadores. Creo que ha sido un paso lógico que al personaje le sienta de maravilla y eleva su apartado físico al nivel de su personalidad.
«Esto no es libertad. Esto es miedo»
La película discurre por una trama de espionaje y un marcado tono de thriller político con revelaciones constantes y juego de lealtades. Varios de los personajes protagonistas son puestos a prueba y deben discernir quiénes son sus enemigos y en quién pueden confiar. Las dudas que se generan en los personajes proceden de comportamientos extraños y eventos sin respuesta aparente, por lo que la búsqueda de la verdad se convierte en el motor de la historia.
Steve duda de Nick Furia porque el líder de SHIELD le ha estado escondiendo información. En primer lugar, con la extracción de información del barco ante el desconocimiento de Steve y el peligro que pudo haber acarreado a la misión. En segundo lugar, por el arsenal que ha desarrollado Furia en secreto para combatir las amenazas globales de forma rápida y eficiente. Steve considera que los secretos implican desconfianza y las decisiones de Furia no buscan la libertad, sino el miedo generalizado al poder de SHIELD.
El propio Nick Furia descubre que los documentos que extrajo Natasha Romanoff (Scarlet Johansson) de los servidores del barco poseen una encriptación que ni siquiera él puede atravesar, poniendo en tela de juicio su lealtad a SHIELD. Tras ser atacado de manera violenta por un grupo de policías y sobrevivir a duras penas, su último resquicio de confianza reside en Steve, demostrando que incluso el más cínico y receloso reconoce la transparencia y honradez de Steve en las situaciones más problemáticas.
Natasha tiene su participación más jugosa del MCU en esta película, ya que ve cómo su fidelidad a SHIELD queda destruida ante la revelación del segundo acto, dejando al personaje en tierra de nadie y con una sensación de desconexión con el mundo. «Pensaba que sabía de quién contaba las mentiras…», dice Natasha en un momento del filme, y resume perfectamente su trabajo y lo que supone descubrir la verdadera naturaleza de SHIELD. Ella siempre ha convivido con las mentiras y los secretos porque su trabajo lo requería, pero su conciencia estaba «tranquila» porque pensaba que dichas mentiras y secretos eran en favor del bando bueno, pero la líneas morales se han difuminado y ahora es difícil diferenciar a los héroes de los villanos. Por eso la película funciona tan bien a nivel dramático y emocional. No hay una amenaza a escala global, sino una destrucción de preconcepciones e ideales que desarman a los héroes porque se sienten perdidos en un mar de engaños y traiciones.
Alexander Pierce es la pieza fundamental de este puzzle. Pierce es presentado como el Secretario de Defensa y fiel amigo de Nick Furia, con quien comparte un pasado que les proporciona confianza mutua. En varias ocasiones observamos cómo Pierce se ve asediado por las insistentes preguntas y la presión de un comité que tiene una agenda distinta a la del Secretario, y la cinta quiere hacernos creer que él es uno de los buenos, una de las personas que lucha por la seguridad y protección de los ciudadanos. Comenzamos a dudar de sus intenciones en el instante que mantiene una conversación con Steve sobre lo ocurrido con Nick Furia, y las cartas se van poniendo sobre la mesa de manera gradual. Al contrario que el resto de personajes, Pierce no tiene dudas sobre sí mismo o sus planes; las dudas son generadas en el espectador sobre su figura, mostrando su verdadera naturaleza en la visita del Soldado de Invierno a su casa en el tercer acto del filme.
Robert Redford está majestuoso en un papel que requiere mucha contención y sutileza, pero sobre todo, debe transmitir un halo de dignidad y transparencia que desoriente al espectador para que, al eliminar su máscara, el shock sea mayor y las sorpresas que se encadenan en esta sección del filme sumen a la tensión de la historia.
Por último nos encontramos al Soldado de Invierno (Sebastian Stan). Un soldado que trabaja bajo las órdenes del propio Pierce, y que tiene un elevado historial de misiones y muertes a lo largo de las últimas décadas. Como se desvela hacia la mitad del filme, la verdadera identidad del soldado es nada menos que Bucky Barnes, el mejor amigo de Steve cuya «muerte» dejó un vacío irreparable en el corazón del Capitán. Sin embargo, Bucky desconoce su personalidad y se comporta como un robot dirigido a su antojo por Pierce a través de tecnología que le lava el cerebro o le mantiene congelado según necesidad. Bucky es un arma de matar que va cobrando consciencia de sí mismo de forma muy lenta, pero en el fondo sabe que «en otra vida» conoció a Steve y breves flashes reaparecen en su mente, creando una lucha en su interior.

En definitiva, la película no se limita a regalarnos una secuela entretenida y espectacular del personaje (que también), sino a construir un contexto sociopolítico con paralelismos actuales que potencien el núcleo de la cinta. Los blockbusters siempre han sido considerados un mero escapismo sin demasiado que aportar a nivel de comentario social (prejuicios, por otra parte), pero ‘Capitán América: El soldado de invierno’ demuestra que las superproducciones también pueden hablar sobre la sociedad en la que vivimos y crear tramas en las que nos veamos reflejados y nos haga reflexionar sobre nosotros mismos. Arnim Zola (Toby Jones) tiene un cameo en la película y manifiesta una situación tan actual como preocupante: «HYDRA creó un mundo tan caótico que la humanidad finalmente está preparada para sacrificar su libertad con el fin de obtener su seguridad.» Jasper Sidwell lo resume en una frase: «El siglo XXI es un libro digital.» Snowden y Facebook son dos de los nombres que me vienen a la mente.
«Incluso cuando no tenía nada, tenía a Bucky»
Si dejamos a un lado la trama de espionaje y la temática sociopolítica del filme, ‘Capitán América: El soldado de invierno‘ jamás se olvida de profundizar en el viaje de Steve Rogers y utilizar todos los recursos a su disposición para contextualizar su personalidad y evolución desde su primera aparición en el MCU. En una de las escenas más emocionales de la película, Steve va a visitar a Peggy Carter al hospital. Sí, Peggy sigue viva en el presente pero su estado es bastante frágil y muestra síntomas de Alzheimer. Peggy es el último recuerdo de su vida pasada, y Steve mira el rostro de la mujer que amó con calidez y tristeza a partes iguales. Es un recordatorio de la vida que perdió y nunca va a recuperar, y sirve para insuflar al personaje de propósito y confianza en sí mismo, algo que Peggy siempre supo proporcionar a Steve.
Por otro lado, Natasha (al igual que Sam) se convierte en la confidente de Steve, y su amistad se basa en el interés por entenderse mutuamente y la necesidad de confiar el uno en el otro cuando el mundo se ha convertido en un lugar inseguro y desleal. Natasha se abre a Steve como pocas veces lo ha hecho con nadie, y muestra sus miedos, su frustración, empatizando porque ambos se sienten perdidos y aislados.
Sin embargo, Bucky es el elemento esencial de la historia. Al igual que en Civil War (ya llegaremos a ello), la presencia de Bucky convierte la trama en algo muy personal para Steve, ya que la vuelta de su mejor amigo supone una lucha interna por despertar a su amigo del trance en el que se encuentra y recordarle su identidad sin que ésto ponga en peligro la misión principal, recuperar el control de los ‘Helicarriers’ y destruirlos. En un clímax donde los efectos visuales hacen acto de presencia con más fuerza que nunca, el apartado emocional siempre impera por encima de las explosiones, y el combate cuerpo a cuerpo entre Steve y Bucky no es simplemente un cierre visualmente vistoso a la película, sino una lucha llena de emoción y urgencia dramática porque, en el fondo, la película se preocupa más por lo que puede perder Steve nuevamente tras la vuelta de su amigo que por la destrucción de las aeronaves en pleno aire. En un breve flashback del tercer acto, observamos que Steve vuelve del entierro de su madre acompañado de Bucky. Steve ha quedado huérfano e intenta luchar contra esa soledad tirando de orgullo: «Gracias Buck, pero puedo arreglármelas por mi cuenta.» Bucky le responde: «La cosa es…que no tienes por qué hacerlo. Estoy contigo hasta el final.» Esta misma frase que Bucky dice es repetida por Steve en su combate final frente a su amigo. Porque su mayor deseo es tenerle de vuelta, por eso tira su escudo al agua y se deja golpear. Porque si existe alguien capaz de devolver a Bucky a su estado natural, es Steve. Bajo mi punto de vista, estamos ante la mejor relación/amistad entre dos personajes del MCU.
La película finaliza con una promesa. La promesa de un amigo dispuesto a sacrificar su vida para salvar la del otro. Y la fidelidad de un nuevo compañero de batalla que le ayudará en su objetivo. Sam dice en un momento dado de la película: «Yo hago lo que él hace, pero más despacio.» Es un resumen perfecto de su confianza, y del desarrollo de su amistad a lo largo del filme.
Porque el Capitán América es una figura que inspira a los demás, a ser la mejor versión de nosotros mismos. Porque su decencia y honradez son incorruptibles. Porque no sólo es un soldado perfecto, es un buen hombre.
MARAVILLOSO!!!!!