Petr Václav se graduó en la Academia de Cine de Praga. Con ‘Marian‘ (1996), su ópera prima, obtuvo el Leopardo de Plata en Locarno. Ahora nos presenta su sexto largometraje, ‘Nunca estamos solos‘, que cuenta la historia de la amistad entre un carcelero paranoico y un hipocondríaco en el paro. La película se estrenó en la sección Forum de la Berlinale en 2016 y llega ahora a la cartelera española. Una película de dramatismo extremo, de personajes al límite y a la deriva en ambientes sórdidos. Alternando el blanco y negro con el color ofrece un retrato duro sobre la desesperanza.

En Macguffin007 hemos podido hablar con el realizador checo con motivo de la presentación de su película en Madrid.

• En tu película presentas a tus personajes muy al límite, muy arriba dramáticamente ¿Cómo trabajas con los actores para conseguir ese grado de intensidad desde el principio?

Hay actores a los que les gusta estar al límite y a otros a los que no. No fue difícil esto, ensayamos en escena el guion con los actores y nos lo pasamos muy bien construyendo estos personajes. Karel Roden al principio tenía un poco de miedo de gritar tanto, ya que nunca había interpretado a un personaje así, pero una vez empiezas a hacerlo, es algo que sale. Miroslav [Hanus] (el guardia de prisión) a veces decía «mira, otra escena que mis hijos no van a poder ver».

• ¿Cómo creaste el ambiente de esta familia desestructurada? ¿Cómo lo enfocaste hacia los actores niños?

Todo está en el casting, si no está bien escogido, no hay nada que hacer. Reuní actores que ya conocía y con los que había trabajado anteriormente como Karel Roden, Lenka Vlásaková y Miroslav Hanus. Los dos actores gitanos los conocía de un casting que hice para mi anterior película a la que se presentaron muchos actores sin experiencia y quise repetir con ellos. Y después, para elegir a los niños fue diferente. En ‘The Way Out’ el casting de los niños se prolongó durante siete meses y no quería repetir esa experiencia. Además yo no vivo en República Checa. Por eso le pedí a mi madre que hiciera el casting de los niños. Al principio quise trabajar con una directora de casting pero no acabó de funcionar bien, así que al final la familia siempre es una apuesta segura. Mi madre durante dos o tres meses se recorrió varios orfanatos de Chequia e hizo una preselección muy buena. A partir de ahí, en quince días elegí a los actores.

Fue también una manera de pasar tiempo con mi madre dado que no vivimos en el mismo país, y trabajar con ella me gustó porque iba más allá de verla para tomar un café  y pasamos mucho tiempo juntos. Con los niños descubrí un fenómeno nuevo: estos niños no es que no tuvieran padres, si no que tenían, pero estaban en situaciones precarias (económicas o de otro tipo), entonces vivían mitad con sus padres, mitad en el orfanato. Estaban en una situación de víctimas no solo familiar sino social. Quise escoger a estos niños porque en la película viven en una situación difícil, por lo que si ellos ya las habían vivido en la realidad, iba a ser más fácil.

«No quiero decir con mi película que está bien o mal sino que dejo que el espectador decida»

Nunca estamos solos (entrevista a Petr Václav)

• ¿Te inspiraste en alguien para crear a estos personajes o crees que de alguna manera reflejan a la sociedad checa?

Sí, creo que representan a la sociedad, pero de manera general, no solo la checa. Siempre que haces un proyecto, se ambienta en un lugar específico, está en una lengua específica, una cultura, etc. pero más allá de eso quise hacerlo atemporal y universal. Me he inspirado en gente que he conocido cuando era niño o adolescente. Estos personajes se podrían encontrar en República Checa y solo habría que variar un poco la historia para que pudiese ocurrir en Francia o en cualquier otro lugar del mundo. Como ya no vivo allí me influyo un poco de los países donde he vivido y eso se plasma.

También le quiero hablar a un público amplio, porque son temas como la obsesión por nuestra identidad, el miedo al otro, etc. Quizás porque el mundo están en constante cambio y la gente quiere volver a sus raíces y de ahí pueden salir cosas buenas o malas. Y por eso mis personajes tienen mucha razón o están muy equivocados. El mundo está lleno de paradojas. Yo no quiero decir con mi película que está bien o mal sino que dejo que el espectador decida por él mismo. Estamos acostumbrados por la televisión a que nos digan que está bien o mal, pero si juegas con las paradojas la gente se puede perder.

• También tratas mucho el tema de la muerte y la desesperanza en tus personajes, ¿Crees que abordar estos temas les hace ser más humanos?

No lo sé, yo creo que también hay mucha vida en ellos, tienen ganas de vivir, hay personajes enamorados, etc. Es una película muy extrema: habla de la vida, la muerte y el futuro representado en estos niños

• Hay un rasgo estilístico en la película que llama mucho la atención, y es ese cambio de blanco y negro a color, ¿cuál es el porqué de esto?

¿No lo entendiste? Precisamente por lo que hablábamos de los temas de la vida y la muerte he querido representar con blanco y negro y color. El blanco y negro representa la depresión, la rutina, la película empieza así. Cuando uno de los personajes decide seguir un sentimiento como es el amor, cambio a color. Y cuando llegan de nuevo a la monotonía cambio al gris. Pero no quiero decirle al espectador «esto es así», yo quería trabajar de esta forma, siguiendo mi intuición sin resultar obvio.

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