John Carroll Lynch, que ha trabajado como actor en títulos como ‘Fargo’ o ‘Zodiac’, firma con ‘Lucky‘ su primera película como director. Bajo el impacto emocional de la muerte de su madre el actor estadounidense decidió ponerse detrás de las cámaras para abordar la problemática de enfrentarse a la proximidad de la muerte con la historia de un ateo de 90 años, protagonizada por Harry Dean Stanton (recordado por sus papeles en ‘París, Texas’, ‘Alien‘ o ‘Twin Peaks’), quien falleció el pasado mes de septiembre pocas semanas después de finalizar el rodaje.

Lucky es un hombre solitario. Un amante de los puzles y los juegos. Está orgulloso de sí mismo y decide su propio destino. Es consciente de que es el más inteligente en cualquier circunstancia. Cuando queda en evidencia su vulnerabilidad, su primer instinto es despotricar y ser autosuficiente. Pero ‘Lucky’ es también la historia de un hombre que de repente se deja llevar por su corazón.

En la barra de un bar y con Johnny Cash sonando de fondo, el personaje apodado Lucky se reencuentra con algunos de los colegas que marcaron su vida (la del personaje de la película y la del propio actor). Entre ellos destaca David Lynch en uno de los papeles principales. Carroll Lynch se apoya en el trabajo de todos sus intérpretes para dotar de verdad a su propuesta. Sublime Harry Dean Stanton, brillante en su actuación contenida, de gesto duro y pocas palabras. Un conmovedor epílogo para su carrera.

A diferencia de otras películas recientes, como ‘Nebraska‘, que han abordado los estragos de la tercera edad, pocas veces en el cine se había realizado un retrato de la vejez tan espiritual como en esta ópera prima. La vejez como ese instante, quizás, que ofrece la oportunidad a la persona de mostrarse sin tapujos y como siempre quiso hacerlo. Un despertar de la conciencia en los últimos momentos de la vida.

Con una narración austera, condensada en lo indispensable, ‘Lucky‘ se erige como una fábula existencialista que reflexiona sobre la vejez, la soledad y la muerte pero aferrada a la resignación como última posibilidad para sobrevivir. Y a pesar de lo que pueda parecer a priori, no estamos ante una historia desoladoramente triste, sino más bien ante un ligero alegato a favor de la libertad individual que ni señala ni culpabiliza.

Brillante e intenso debut cinematográfico que sin pretenderlo consigue, como no podía ser de otra manera, poner al descubierto con una naturalidad absoluta nuestros miedos y hacernos partícipe del sentido de la vida de un personaje con el que nos sentimos implicados. Un retrato sencillo, pausado, sosegado pero contundente.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *